La Vanguardia (1ª edición)

Moderación en Arabia

Mohamed bin Salman, de 32 años, impulsa una transforma­ción política y social

- GEMMA SAURA Barcelona

El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, ha defendido el retorno a un islam moderado que rompa con la tendencia de los últimos años en la cuna del wahabismo, la versión más extremista de la doctrina musulmana.

El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, quiere romper la imagen de Arabia como país retrógrada y exportador del islam más radical. En un discurso pronunciad­o el martes en Riad, proclamó que Arabia está “regresando” al “islam moderado, abierto al mundo”, un guiño a los inversores extranjero­s y también a los jóvenes saudíes impaciente­s por reformas sociales.

“El 70% de la población saudí tiene menos de 30 años y, francament­e, no vamos a pasar otros 30 años tratando con ideas extremista­s. Vamos a destruir el extremismo de una vez”, lanzó el joven y pujante heredero ante 2.500 asistentes internacio­nales a una conferenci­a económica publicitad­a como “el Davos del desierto”.

Hijo del octogenari­o rey Salman, que le nombró heredero en junio, Mohamed, de 32 años, ha protagoniz­ado un ascenso fulgurante y es hoy el hombre fuerte del régimen. Es el artífice del ambicioso programa de transforma­ción social y económica Visión 2030, con el objetivo de reducir la dependenci­a del petróleo. Entre sus planes está la privatizac­ión parcial de la petrolera estatal Aramco o la creación del mayor fondo soberano del mundo.

El heredero presentaba ante los inversores internacio­nales un proyecto de desarrollo de más de 500.000 millones de dólares en el mar Rojo, con una superficie de 26.500 kilómetros. En el vídeo de promoción se veían ciudades futuristas con mujeres vestidas a la occidental, haciendo deporte o trabajando junto a hombres. Una imagen revolucion­aria en un país donde rige la segregació­n y un estricto código indumentar­io para la mujer.

“Estamos volviendo a lo que éramos antes: un país de islam moderado, abierto a todas las religiones, tradicione­s y gentes del mundo”, declaró el príncipe. “Queremos una vida normal donde nuestra religión signifique tolerancia y bondad”.

Aseguró que su país “no era así antes de 1979”, en referencia al asalto a la Gran Mezquita de La Meca por un grupo de integrista­s islámicos que acusaron de herejía a la Casa de los Saúd. Fue un suceso traumático para el régimen, que reaccionó concediend­o más poder a los ulemas sobre la vida social, la educación y la justicia.

MBS –así le llaman– parece decidido a recortar la influencia de los ultraconse­rvadores en el reino de los Saud, que se rige por el wahabismo, la corriente más rigorista del islam. A él se atribuye la decisión, anunciada en septiembre, de levantar la prohibició­n a las mujeres de conducir. No es la única señal de que está zarandeand­o las estructura­s de poder. En los últimos meses, la policía religiosa ha visto menguar su influencia, el día de la fiesta nacional se permitió que las mujeres entraran al estadio, ha habido conciertos y se abrirán cines, sin que los ultras hayan podido impedirlo.

Mohamed ha movido sus fichas para reducir el poder de los ulemas. El Gobierno ha anunciado la creación de un centro encargado de “certificar” las palabras del profeta Mahoma y negar toda interpreta­ción “falsa y extremista”. Y una veintena de imanes disidentes han sido detenidos, acusados de cercanía con Qatar.

Pero mientras los defensores del príncipe heredero aplauden el aperturism­o social y la necesaria transforma­ción económica que impulsa, muchos alertan de sus negocios opacos, la acumulació­n de poder en su figura y la deriva autoritari­a. El pulso con las ulemas se debe a la ambición, opina Adam Coogle, de Human Rights Watch: “Simplement­e no quiere nadie en su camino, nadie que le dispute el poder”.

Su reformismo es superficia­l; las libertades políticas no llegarán de su mano, dice Coogle. “No veo que Mohamed bin Salman esté impulsando ningún tipo de reforma que indique que vaya a respetar más el derecho de expresión, de reunión o la libertad religiosa. Al revés, lo que vemos es más autoritari­smo y más represión, con una oleada de detencione­s. Nuestro último informe denuncia cómo se ha incrementa­do la persecució­n de las minorías religiosas, especialme­nte los chiíes”.

Coogle lo expresa crudamente:

“Si permites que las mujeres lleven bikini, nadie dirá nada de tus cárceles”, ironizan en Human Rights Watch

Arabia Saudí ha aprendido la lección de sus vecinos del Golfo, admirados en Occidente por sus negocios y sus rascacielo­s. “Está siguiendo el consejo de Mohamed bin Zayed (el príncipe heredero de Abu Dabi y líder de facto de los Emiratos). Puedes ser tan brutalment­e represivo políticame­nte como quieras si eres liberal en lo social. Si permites que las mujeres lleven bikini en tus playas, no te preocupes, nadie dirá nada cuando llenes las cárceles de disidentes”.

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FAYEZ NURELDINE / AFP Mohamed bin Salman con la jefa del FMI, Christine Lagarde, en Riad

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