La Vanguardia (1ª edición)

Xi se presenta sin heredero

El líder chino desvela su nuevo equipo de gobierno para el próximo lustro

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

China entró ayer en una nueva era de la mano de su presidente, Xi Jinping, un dirigente al que no le tiembla el pulso para imponer su criterio y romper con las reglas escritas y no escritas del Partido Comunista. Un día después de haber sido elevado al mismo nivel que Mao, presentó a la nueva cúpula dirigente del partido-Estado para los próximos cinco años sin incluir a su posible sucesor. Una decisión que nutre las especulaci­ones sobre su voluntad de permanecer en el poder más allá de dos mandatos de cinco años, una regla no escrita del partido.

Xi Jinping puso fin ayer a meses de especulaci­ones. Un poco antes del mediodía apareció en el Gran Salón del Palacio del Pueblo al frente de un grupo de otros seis hombres. Ellos son los integrante­s del nuevo Comité Permanente, la cúpula dirigente del Partido Comunista para los próximos cinco años y, por tanto, de China. Todos tienen más de 60 años y por primera vez ninguno de los miembros de este órgano de poder habrá nacido antes de la revolución comunista de 1949.

La ausencia de mandatario­s menores de 60 años confirmó los insistente­s rumores de que Xi Jinping no está dispuesto a designar a ningún sucesor y podría prolongar su mandato más allá del 2022. Una iniciativa que rompe el sistema de sucesión designada que impulsó Deng Xiaoping y que ha guiado las transicion­es de poder durante las últimas tres décadas en el Partido Comunista. Un sistema ideado para dotar de estabilida­d al régimen y evitar que los dirigentes comunistas usaran su poder para eternizars­e en sus cargos hasta el fin de sus días, como fue el caso de Mao. Con ese fin, el Pequeño Timonel –como se conoce a Deng Xiaoping– planteó en su día la necesidad de que los altos cargos se jubilaran tras cumplir 68 años y que los futuros líderes se incorporar­an al Comité Permanente cinco años antes de asumir el poder –a modo de aprendizaj­e– y luego lo ejercieran diez años, tras los cuales se jubilarían. Eso implica que el futuro líder debe ser designado antes de cumplir los 60 años.

Ayer, Xi Jinping rompió con esta regla y demostró que está dispuesto a imponer también sus propias normas en la reorganiza- ción del liderazgo del partido. Se desconoce, sin embargo, si respetará el principio de los dos mandatos y, llegado el momento, designará a un heredero o bien apostará por seguir en el cargo.

Algunos observador­es opinan que no tiene prisa por abandonar el cargo. “Xi Jinping no quiere compartir el poder. No quiere que nadie le atosigue preparando la sucesión”, señala el sinólogo Jean Pierre Cabestan, de la Universida­d Baptista de Hong Kong, quien considera que Xi quiere mantener la presión y “disfrutar del poder cinco o diez años más sin que nadie le perturbe”.

El dirigente rompe una regla de tres décadas sobre la transición de poder y sugiere que prolongará su mandato

Por el momento, los dos principale­s candidatos a sucederle se han quedado fuera del Comité Permanente y se han tenido que contentar con entrar en el segundo órgano de decisión más poderoso del partido, el Politburó. Se trata de Chen Miner, de 57 años y protegido de Xi, y Hu Chunhua, de 54, a quien apadrina Hu Jintao, el predecesor de Xi.

A pesar de que ayer el presidente chino no señalara ningún sucesor, situó a sus hombres más leales tanto en el Comité Permanente del partido como en el peldaño inferior, el Politburó, donde la mayoría de sus 25 miembros son aliados o protegidos suyos.

En la cúpula del poder comunista, el presidente chino ha situado en los puestos clave a políticos fieles que le permitirán llevar a cabo sus objetivos. Xi ha situado como número tres del régimen a Li Zhanshu, de 67 años, que se convertirá en el próximo presidente de la Asamblea Nacional en marzo del 2018, cuando se ratificará­n todos los cargos designados ayer. Se trata de uno de sus asesores más cercanos y les une una amistad de más de tres décadas. Al frente de la Asamblea, Li podría ayudar a Xi a institucio­nalizar más el partido y a impulsar un reforma legal que elimine las áreas grises del sistema legal.

Wang Huning, de 62 años, es otro de los aliados de Xi Jinping. Segurament­e será el nuevo responsabl­e de la política de propaganda, y por tanto responsabl­e último del control de la informació­n. Se trata de un teórico que ayudó a los predecesor­es de Xi, Jiang Zemin y Hu Jintao, a elaborar sus aportacion­es teóricas a la Constituci­ón del Partido, así como a elaborar la visión de Xi sobre el “renacimien­to de China”. El líder chino confía en él para que dé consistenc­ia teórica a sus planes de reforma para reestructu­rar el partido y el Estado. Xi quiere con ello mejorar la eficiencia de sus funcionari­os, reforzar la disciplina y protegerse de la afluencia de ideas occidental­es.

Y en su afán de proseguir su cruzada anticorrup­ción, Xi ha apostado por Zhao Leji, de 60, años, para substituir a Wang Qishan, el temido zar anticorrup­ción, a quien le ha llegado la hora de la jubilación. Zhao ha trabajado con Xi varios años y en el último lustro ha sido la mano derecha de Wang y el brazo ejecutor del castigo a 1,5 millones de funcionari­os corruptos en los últimos cinco años.

Algunas de sus designacio­nes a nivel estatal deberán ser ratificada­s en los próximos meses, pero nadie duda de que Xi acumula más poder del que nunca ha tenido otro líder chino. Una autoridad que le permitió excluir ayer a los periodista­s de The New York Times, Financial Times, The Guardian, BBC y The Economist del acto de presentaci­ón de los nuevos líderes chinos. Una demostraci­ón más de su afán por controlar toda la informació­n, sea local o extranjera.

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JASON LEE / REUTERS

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