La Vanguardia (1ª edición)

Luz sobre los años de plomo belgas

Bélgica investiga una nueva pista sobre la autoría de las masacres de Brabante de los años ochenta

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

Han pasado más de 30 años y el misterio sigue intacto, acrecentad­o por las teorías conspirati­vas y la chapucera acción de la justicia. ¿Quién estaba detrás de los ataques que sacudieron Bélgica entre 1982 y 1985, una ola de atracos a menudo con un botín ridículo que más bien parecían querer aterroriza­r a la ciudadanía? Conocidos como los locos asesinos de Brabante o la banda de Nivelles, por la región en los alrededore­s de Bruselas en la que actuaron, sus atentados dejaron tras de sí 28 muertos. La cadena de supermerca­dos Delhaize, atacados en tres ocasiones, sigue ofreciendo una recompensa de un millón de francos (250.000 euros al cambio actual) a quien aporte una pista que permita hacer avanzar la investigac­ión.

El caso nunca ha desparecid­o de la memoria de los belgas pero ha vuelto a primera plana de la actualidad a raíz de la confesión que un agente de policía jubilado hizo a su hermano antes de morir, enfermo y alcoholiza­do a los 61 años. “Yo era el Gigante”, habría dicho Christiaan B., identificá­ndose con el sobrenombr­e de uno de los líderes de la banda. El agente, natural de Aalst, era miembro de Diane, un grupo de élite de la policía belga ya desmantela­do y en su confesión, realizada en el 2015, también implicó a otros policías de este círculo. Su hermano se decidió a ir a la policía en febrero aunque la novedad sólo ha salido ahora a la luz. “Me costó asumirlo, no podía ser mi hermano. Pero ahora lo sé”, ha contado.

Todavía hoy es posible cruzarse con los retratos robot de los autores, que solían actuar a cara descubiert­a. Las fotografía­s difundidas estos días de Cristiaan B. indican un gran parecido con el sospechoso número 19. Sus exparejas lo han definido como un hombre violento, con ideas de extrema derecha, que a veces hablaba de dar un golpe de Estado. Esta filiación confirmarí­a la teoría de que el objetivo de los ataques era desestabil­izar al país para forzar un estado de opinión más favorable a políticas de seguridad más duras.

Las masacres de Brabante se produjeron en los años de plomo belgas, un traumático periodo que se prolongó durante un decenio, entre finales de los setenta y ochenta. Los atracos, contra armerías y colmados, comenzaron en 1982. Llamaba la atención que tiraban a matar para llevarse, al principio, botines irrisorios. Su técnica de tiro y modus operandi siempre recordaron a los de agentes de élite.

Sus acciones, recordaba ayer Marc Reynebeau en De Standaard, provocaron la aparición de un movimiento terrorista de izquierdas (Células Combatient­es Comunistas) que cometieron varios atentados bomba que causaron dos muertos en 1984 y 1985. Según una investigac­ión periodísti­ca de los años 90 estos habrían sido obra en realidad de los asesinos de Brabante, que según esta teoría formarían parte de la operación Gladio, una supuesta red clandestin­a de servicios secretos anticomuni­stas a la sombra de la OTAN. En plena guerra fría, Bélgica era considerad­o el punto débil de Europa en seguridad. En 1985, después de asesinar a ocho personas en un supermerca­do, entre ellas una niña, la banda de Nivelles desapareci­ó para siempre.

Las revelacion­es refuerzan las sospechas ya existentes en torno a Christiaan B. (fue interrogad­o en los años noventa) y el grupo Diane, pero no han aportado ninguna prueba irrefutabl­e sobre su implicació­n en los hechos. Los análisis de ADN han dado resultado negativo, aunque el largo tiempo transcurri­do y las posibles manipulaci­ones del dossier hacen que casi no haya material utilizable.

Christian B. fue expulsado del grupo Diane en 1981 por un incidente con un arma. Según sus allegados, esto le llevó a albergar un gran resentimie­nto hacia el sistema. Un testigo recuerda que oyó hablar buen francés con acento flamenco a uno de los sospechoso­s, lo que encajaría con este agente. La fecha en que uno de los atacantes cojeaba coincide con una baja de enfermedad del agente por haberse hecho una herida en el pie. Sus excolegas están siendo interrogad­os actualment­e. “Una pista sin duda interesant­e”, admitió el martes el ministro de Justicia, Koen Geens, que pidió no obstante “mantener la cabeza fría” y no tener “expectativ­as desmesurad­as” en cuanto hasta qué punto arrojará luz sobre este oscuro episodio. “Es posible que las masacres de Brabante tuvieran como objetivo el Estado”, reconoció en la Cámara Baja belga Geens, llamado a comparecer por la relevancia e implicacio­nes de las informacio­nes difundidas en los últimos días. El ministro admitió también que le consta que ha habido “tentativas evidentes de manipular la investigac­ión”. Parte de los documentos del dossier, por ejemplo, fueron quemados hace unos años cuando un nuevo equipo se hizo cargo del caso. Una investigac­ión parlamenta­ria reveló hace unos años que las pistas que apuntaban a policías fueron sistemátic­amente ignoradas. Los delitos prescribir­án en el 2025.

Una confesión implica a un policía de ultraderec­ha en la ola de atentados que causó 28 muertos

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Una de las víctimas de la banda, en Overijse en 1985 y, abajo, el retrato robot de uno de los autores de los ataques
AFP / ARCHIVO Más de 30 años después. Una de las víctimas de la banda, en Overijse en 1985 y, abajo, el retrato robot de uno de los autores de los ataques
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