El adoctrinamiento
El adoctrinamiento es un fenómeno mutante que cambia de piel según los barrios, aunque goza de gran eficacia para pervertir el relato. Los ejemplos se acumulan para quienes quieren mirar, porque también el querer mirar depende de los barrios. Es decir, mutatis mutandis, lo que en casa de unos es la expresión máxima de la secta ideológica, en casa de otros es la normalidad de unas emociones y unas ideas, lo cual es una constante histórica porque ya se sabe que los que vencen alcanzan la naturalidad y los que pierden se instalan en la sospecha.
La cosa ha aterrizado ahora en el planeta español, verbigracia de la poca gracia que le provoca el planeta catalán. Y de un día para otro, niños y adultos de ese territorio hostil se han convertido en pobres almas absorbidas por alienígenas adoctrinadores, que han llegado a su tierra para sorberles el coco. Ya se lo exigía el señor Hernando –mente poderosa del universo pepero– al Capitán Trueno de las hordas extraterrestres, el tal Puigdemont: “¡Pidan perdón al pueblo catalán!”.
No sabemos si también exige que el president le cepille el caballo, pero todo se andará, según el fino visionario Gran Wyoming, que lo insinuaba en su programa. Es lo que tiene ser un caballero feudal, que necesita al siervo con rodilla hincada, testa caída y humillación pública.
Siguiendo con el hilo, resulta pues que hay un pueblo catalán bueno, sencillo y acomodaticio que, de golpe, ha sido adoctrinado por las hordas de Puigdemontitos y Junqueritas que, usando las pérfidas ondas de las televisiones y radios públicas, y un ejército clandestino de profesores, los han convertido en una panda de zombis que siguen al gurú sin ningún sentido de la realidad. Catalunya no es una nación de gente madura, con criterio, argumentario y capacidad de analizar la realidad. Para nada. Si escuchamos al gran Riverita, o a sus secuaces o a la ristra de ministros del PP –con sus asesores que no necesitan el graduado escolar, total, ¿para qué?–, los catalanes son tan burros e inmaduros, tan faltos de criterio que han llegado a la situación actual porque se han educado con el Super3 o han escuchado a Empar Moliner. Y ante el adoctrinamiento pérfido llega el Capitán España, ley en boca, para destruir a la secta y recuperar el seny perdido, que por supuesto es un seny españolizado. Ya lo dijo el ínclito Wert, que era un iluminado.
Y es así como todo lo catalán queda bajo sospecha, sus escuelas, sus medios públicos, banderas, policías, manifestaciones, sus reclamaciones, sus causas, sus líderes, todos miembros de la conjura judeomasónica separatista con la que España lleva tantos años lidiando. Suerte que tiene TVE y Antena 3 y Telecinco y la estupenda 13TV, que son la avanzadilla de lo español en tierra hereje. Eso, por supuesto, no es adoctrinamiento, eso es España, con la eñe pronunciada con acento y con cara de Brunete.
El caballero feudal necesita al siervo con rodilla hincada, testa caída y humillación pública