Hollande y Gayet, al fin libres
El expresidente disfruta de la vida fuera del Elíseo, en pleno divorcio político de Macron
François Hollande se ha quitado definitivamente el casco con el que tapaba sus escapadas nocturnas motorizadas del Elíseo para encontrase con la actriz Julie Gayet. Un fotógrafo le pescó a principios del 2014 saliendo en moto del palacio rumbo al apartamento de Gayet y con un guardaespaldas de paquete. Se acabaron aquellos emocionantes amores clandestinos, entre el cabreo de su entonces consorte oficial, Valérie Trierweiler, y las revelaciones de la prensa local de cotilleo que pasa sus noticias por el filtro del respeto y la libertad que en este país siempre han suscitado las cosas del amor.
Superada ya aquella etapa, Hollande y Gayet se dejan fotografiar juntos con toda libertad. Él ex presidente y ella, tan discreta, ahí están en la portada del Paris Match de esta semana, que sale hoy en los quioscos; ella rumbosa, él redondito, haciendo honor al personaje que Carla Bruni, la mujer de Nicolas Sarkozy, bautizó graciosamente como El Pingüino en una afilada canción de aire inocente.
“De la sombra a la luz, su nueva vida tras el Elíseo”, dice el semanario, que además de cotilleos presenta textos de una calidad envidiable en otros órganos de tan cutre género.
La pareja pasó el último fin de semana en la costa de La Mancha, aprovechando las raras rachas de buen tiempo de este otoño y asistieron a un espectáculo en el Château d’Hardelot, muy cerca de Le Touquet, la ciudad balneario en la que tiene su dacha el actual presidente, Emmanuel Macron. La pareja se presta a ser fotografiada en selfies por la masa incordiante, con la que charlan tras un espectáculo teatral. Parecen disfrutar con ello.
Lo más curioso de toda esta vida matrimonial normalizada, por más que no formalizada ante el registro civil, es que está coincidiendo con un divorcio de tomo y lomo, un divorcio político entre Hollande y Macron.
El actual presidente, al que las cosas le están yendo bastante mal en cuestión de imagen, se ha puesto, de repente, a criticar a su predecesor, como quien dispara contra el pianista para despistar la bronca del
saloon. En su primera entrevista televisada, hace dos semanas, Macron ni siquiera se refirió a Hollande por su nombre (“mi predecesor”, dijo) y le achacó su “ausencia de ideas sobre Europa” y su condición de presidente “charlatán”, frente a
La pareja disfruta de una vida normal y se deja fotografiar, él ya sin casco de moto, por la prensa del cotilleo
él, que se define como “jupiteriano” y que defiende la rarificación de su sacramental palabra. Fue así como el pingüino, animal de sangre fría, poco agresivo y más bien simpático, se cabreó.
Estando el 17 de octubre en Seúl para una conferencia bien remunerada a la que acudió sin Gayet, Hollande respondió, sin citar a Macron, mencionando su política fiscal demasiado favorable a los ricos. La de Hollande no fue una crítica muy original: el 88% de los franceses coincide, en la última encuesta publicada el martes, en que Macron favorece a las grandes fortunas. Otros colaboradores de Hollande se han sumado a la mêlée, el ex ministro de Finanzas Michel Sapin y el ex primer ministro Bernard Cazeneuve. Los ministros de Macron han respondido encontrando un agujero de 10.000 millones, por un impuesto mal calculado del que responsabilizan a Hollande, cuyo ministro de Economía y principal consejero económico se llamaba... Macron. Así que la nueva libertad con Gayet ha venido de la mano de un divorcio que amenaza con degenerar en pelea con rotura de vajilla.