Toyota reduce su peso en México para abrir en EE.UU.
Donald Trump había amenazado con imponer aranceles
“No estamos jugando ningún juego político para complacer a nadie”, aseguró ayer Didier Leroy, vicepresidente ejecutivo de Toyota, en el Salón del Automóvil de Tokio.
Sin embargo, la sombra del contexto político en Estados Unidos planea sobre la última decisión de la empresa nipona.
Toyota opta por dar marcha atrás. Reducirá en un 30% la inversión prevista en una fábrica que está construyendo en México, en la localidad de Guanajuato, a 700 millones de dólares (frente a los 1.000 presupuestados en el 2015), y recortará a la mitad la capacidad planificada a 100.000 unidades al año, según comunicó la compañía.
Oficialmente se trata de un cambio de estrategia, ya que la planta mexicana se destinará a camiones, (Tacoma) en lugar de coches (Corolla) al considerar que la demanda de vehículos era inferior a lo previsto inicialmente. La fábrica entrará en pleno funcionamiento a finales del 2019. La empresa ya tiene una planta en Tijuana, ciudad en el estado mexicano de Baja California en la frontera con Estados Unidos, en la que también fabrica camionetas Tacoma y con la que se llevarán a cabo sinergias.
Junto a Mazda, Toyota acordó el pasado mes de agosto construir de forma conjunta una fábrica en EE.UU., con una inversión de 1.600 millones, en la que será primera planta de ensamblaje de la industria automotriz que verá la luz durante el mandato de Donald Trump. Los dos fabricantes planean comenzar a producir autos compactos Corolla y crossovers Mazda para el 2021, con lo que crearán hasta 4.000 puestos de trabajo.
Hasta aquí los hechos. El contexto, no obstante, es el siguiente. El pasado 5 de enero Donald Trump amenazó a Toyota con “un gran arancel” si hubiera instalado una planta en México para suplir al mercado estadounidense con el modelo Corolla. “Construyan la fábrica en Estados Unidos o pagarán un gran impuesto en la frontera”, advirtió entonces el mandatario en su cuenta de Twitter. El problema es que Toyota había escogido México en lugar de California, lo que suscitó la irritación del presidente.
Donald Trump pretende que la producción de vehículos se haga en EE.UU. para proporcionar puestos de trabajo a los estadounidenses. Unos argumentos que los economistas critican, al recordar que las compañías están poco dispuestas a pagar salarios más elevados y por ello van a introducir un grado elevado de automatización en la cadena
El fabricante reduce la inversión en Guanajuato al alegar una demanda menor de la prevista
de ensamblaje, con la consecuencia de que la oferta de empleos para la población local estadounidense no sería significativa. Además, el aumento de costes acabaría repercutiéndose en los precios de venta y, en última instancia, en los consumidores. No obstante, sus mensajes tienen influencia, porque el de Toyota tampoco sería el primer caso de claudicación. Este año Ford canceló sus planes de invertir 1.600 millones de dólares en el país mexicano para expandir precisamente sus operaciones en territorio estadounidense.
El Brexit es otra espina para Toyota. En marzo, el fabricante dijo que planeaba actualizar su planta en Burnaston (Inglaterra), para permitir la producción de automóviles en su plataforma más nueva.
Pero la compañía Toyota dijo este mes que no tenía “decisiones inminentes”. “Mantenemos nuestro compromiso con la planta del Reino Unido, pero la compañía tiene que pensar cómo puede mantenerse competitiva si existiera un impuesto al comercio”.