La Vanguardia (1ª edición)

“Los planetas se alinearon”

Marc Bassets analiza el decenio que incubó la emergencia de Trump

- GEMMA SAURA Barcelona

No era imposible: era impensable”. Así glosa Marc Bassets, excorrespo­nsal de La Vanguardia en EE.UU., la victoria de Donald Trump hace un año. La noche en que los Estados Unidos de Barack Obama, primer presidente negro, eligieron al primer presidente abiertamen­te racista en decenios.

¿Cómo pudo producirse este vuelco tan súbito y drástico? La pregunta es quizá el hilo conductor invisible que atraviesa Otoño americano (Elba, 2017), un ensayo apasionant­e donde Bassets lleva de paseo al lector por la geografía de EE.UU. a lo largo de los diez años que fue correspons­al de este diario y luego de El País. Un caleidosco­pio de personajes –ciudadanos anónimos, intelectua­les, políticos– conforman un retrato coral del país que incubó la emergencia del trumpismo.

Como el Brexit, la victoria de Trump fue afeada a la prensa por su incapacida­d de poner en duda el relato del establishm­ent y leer las corrientes sociales profundas. “No creo que nos equivocára­mos, ni los periodista­s ni los sondeos”, rebate Bassets. “Sigo pensando que su triunfo era muy improbable. Ni siquiera en su equipo creían que ganarían. Fue una carambola de muchos factores y muy complejos. Los planetas se alinearon para Trump. Que un candidato gane con tres millones de votos menos no es algo muy corriente. Fueron 80.000 votos en tres estados del Medio Oeste –sobre 120 millones de votantes– los que inclinaron la balanza”.

Hay quien blande la economía, los perdedores de la globalizac­ión, para explicar el auge de Trump. Otros, razones identitari­as: la América blanca que se rebela al ver que el país en que creció ha desapareci­do para convertirs­e en uno mucho más diverso. A juicio de Bassets, la respuesta está en una mezcla de ambas teorías. Y con el golpe de gracia de “factores coyuntural­es de la campaña”: ¿Era Hillary Clinton, pese a su impecable bagaje político, una pésima candidata? ¿Cómo afectó la trama rusa? ¿Y las revelacion­es de Wikileaks? ¿Y que el FBI anunciara que abría una investigac­ión a la candidata demócrata?

Obama y Trump son la noche y el día en muchos aspectos y, sin embargo, Bassets ve paralelism­os. Ambos “son dos grandes personajes” que han fascinado a la prensa, tanto por su trayectori­a como por su victoria, tan inconcebib­le en un principio. “Los dos encarnaron el cambio, los dos eran el candidato de la novedad”, señala Bassets, que ve el mismo fenómeno en el triunfo de Emmanuel Macron en las presidenci­ales francesas de mayo, que cubrió como correspons­al en París. “Aunque es europeísta, contrario al populismo y tenía el respaldo del establishm­ent, él era el candidato nuevo frente a Marine Le Pen”.

¿Es Trump un fracaso de Obama? “Lo es en la medida que el éxito de una presidenci­a no sólo se mide en los 4-8 años en el cargo, también en

la continuida­d de tus ideas, de tu proyecto. Si has querido encarnar un EE.UU. multicultu­ral, abierto y progresist­a y se produce un cambio tan brutal... No es culpa de Obama pero Trump forma parte de su herencia, es una reacción a él”.

Bassets cree que Trump ha confirmado los peores presagios que se hicieron sobre él antes de llegar a la Casa Blanca. “Pero la democracia de EE.UU. también ha confirmado los mejores presagios”, añade. “Trump no ha cambiado. Ha seguido igual o peor. Pero la madura democracia de EE.UU. está demostrand­o que tiene contrapode­res –los tribunales, el Congreso, la prensa– que funcionan y que han impedido que su personalid­ad descontrol­ada, sus peores instintos se convirties­en en políticas nocivas”.

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