Trump llega a China para impulsar un frente global contra Pyongyang
El líder de EE.UU. pide a Xi que ejerza más presión sobre Kim Jong Un
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó ayer a China, la etapa más delicada de su gira asiática, con el objetivo de forjar un frente global para frenar las ambiciones nucleares de Corea del Norte. Aterrizó en Pekín procedente de Seúl, donde pocas horas antes había pronunciado un contundente discurso contra el régimen de Pyongyang ante el Parlamento surcoreano, en el que cargó con dureza contra el líder norcoreano, Kim Jong Un, y las condiciones de vida que impone al país.
Trump, acompañado de su esposa Melania, disfrutó ayer de un recibimiento imperial a su llegada a Pekín. El presidente chino, Xi Jinping, y su cónyuge, Peng Liyuan, les dieron la bienvenida en la Ciudad Prohibida, que se cerró para que los Trump la visitaran y luego disfrutaran de una cena íntima y un espectáculo de ópera. Fue la jornada de calma que precederá a las duras negociaciones que le esperan hoy al líder estadounidense en su reunión con Xi.
Trump, que ayer se convirtió en el primer jefe de Estado extranjero que visita China después de que Xi Jinping fuera reelegido al frente del Partido Comunista y del país, quiere exigir a China un mayor compromiso en obligar Corea del Norte a abandonar su programa nuclear. La Casa Blanca considera que Pekín es la pieza clave para controlar al régimen de Pyongyang, que depende de China para su supervivencia económica y para el 90% de su comercio.
Un alto funcionario de la Casa Blanca declaró durante el viaje de Corea del Sur a China que Trump le pedirá hoy Xi que corte sus vínculos financieros con Pyongyang y acate totalmente las sanciones de la ONU, ya que en la frontera entre los dos países se mantiene una actividad económica y financiera que no debería existir tras las resoluciones de la ONU. Pekín respondió que investigará si se aplican completamente o no estas resoluciones.
El inquilino de la Casa Blanca no tiene fácil, sin embargo, convencer a Xi para que haga un mayor esfuerzo. Pekín está a favor de la desnuclearización de la península coreana, pero quiere una solución negociada. No comparte las amenazas de Washington y no quiere asfixiar económicamente a Pyongyang. Les preocupa la posible desestabilización del régimen y que ello derive en una desbandada de la población hacia sus fronteras y en desórdenes sociales. En este sentido, a Xi le disgustó seguramente el contundente discurso que Trump pronunció contra el régimen de Pyongyang ante el Parlamento de Corea del Sur pocas horas antes de llegar a Pekín. Una intervención en la que exhortó a Rusia y a China, como parte de “todas las naciones responsables”, a unir sus fuerzas para frenar a Kim Jong Un. “Ustedes no pueden apoyarlo. Ustedes no pueden aprovisionarlo, no pueden aceptarlo”, dijo el líder estadounidense.
En la primea intervención de un presidente de EE.UU. en más de dos décadas ante el Parlamento surcoreano, Trump retomó ayer su dura retórica contra Corea del Norte, dejando atrás la moderación mostrada la víspera.
“El mundo no puede tolerar la amenaza de un régimen canalla que amenaza con la devastación nuclear”, dijo Trump, quien añadió que “hablo en nombre de todas las naciones civilizadas cuando le digo a Corea del Norte: No nos subestiméis y no nos pongáis a prueba”. Trump no vaciló en dirigirse directamente a Kim Jong Un, a la hora de dibujar un panorama sombrío del país y tachar su régimen de “dictadura cruel”.Y tampoco dudó en señalar que “Corea del Norte no es el paraíso que su abuelo había imaginado. Es un infierno que nadie se merece”. No obstante, le reiteró su oferta de diálogo del día anterior para poner fin al aislamiento de Corea del Norte.
Pekín quiere una solución negociada y no la asfixia económica de los coreanos “Corea del Norte no es el paraíso que había imaginado su abuelo; es un infierno”