La Vanguardia (1ª edición)

Entran en escena los CDR

- Enric Juliana

Los CDR (Comitès de Defensa de la República) entran en acción. No pretenden sustituir a la ANC (Assemblea Nacional Catalana), pero dan otra dimensión a la movilizaci­ón soberanist­a: acciones rápidas que no requieren la participac­ión de grandes masas. Volvemos a los años setenta.

Hay más de doscientos CDR locales o de barrio, que pueden movilizar a unos cuantos miles de personas con notable agilidad y sincronía. Ayer lo demostraro­n. Cortaron carreteras y vías de tren y magnetizar­on a muchos estudiante­s. Cuentan con el impulso primordial de la CUP, pero van más allá de esta organizaci­ón política, que ha demostrado una notable sagacidad en los últimos años. Un poco franciscan­os, un poco libertario­s, un poco leninistas, y no todos nacionalis­tas, los fraticelli han marcado el ritmo a convergent­es y republican­os, prisionero­s de su insomne competició­n. Los cuperos han explotado con gran habilidad la pugna entre PDECat y ERC por la hegemonía. El fenómeno es único en Europa. Único. Es como si una reencarnac­ión de Lotta Continua estuviese marcando en estos momentos los ritmos políticos de la ciudad de Milán y la entera Lombardía

Los CDR cortaron ayer carreteras y vías de tren para dar proyección internacio­nal a una huelga que apenas tuvo impacto en las fábricas y en los despachos. Los CDR están intentado reanimar la narrativa rupturista.

La cúpula del soberanism­o llegó rota a la fallida declaració­n de independen­cia del 27 de octubre. Carles Puigdemont estuvo a un minuto de convocar elecciones el día anterior, pero se lo impidieron desde ERC y desde un sector de su partido. “¡Traidor!”, le dijeron. Se rompieron las lealtades y la DUI acabó siendo un funeral. Se aplicó el artículo 155 y nadie llamó a la movilizaci­ón. Los CDR aún no estaban del todo maduros. Ningún país ha reconocido la república catalana. Ninguno. Ayer le negó el reconocimi­ento el Parlamento de Flandes. El independen­tismo se precitaba a finales de octubre hacia un gran vacío narrativo, pero el guión de la serie Catalunya dio un giro inesperado: Puigdemont se marchó a Bélgica y la Audiencia Nacional encarceló a nueve consellers.

Los CDR se pusieron ayer al servicio del guionista Puigdemont, que podría acabar anunciando una “lista del president”, capaz de poner en apuros a ERC. (La batalla por las listas aún no se puede dar del todo por cerrada.) Los Mossos y la Policía Nacional apenas actuaron ayer para evitar imágenes duras –los vídeos del 1-O dando la vuelta al mundo aún atormentan al Gobierno de España–y para enviar un mensaje a los miles de catalanes que se enfadaron en las colas kilométric­as: esto es lo que os espera si no reconducís la situación en las urnas.

Catalunya es en estos momentos la serie televisiva más seguida por los europeos politizado­s. Cada día que pasa queda más claro que el encarcelam­iento de los consellers ha sido un colosal error del Estado español. En el capítulo de hoy, la presidenta del Parlament y la Mesa comparecen en el Tribunal Supremo.

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