La Vanguardia (1ª edición)

Hechos que concurren

- Enric Juliana

El día amaneció con mensajes oficiosos del Gobierno de España en favor de una resolución del Tribunal Supremo que evitase, en lo posible, la prisión para Carme Forcadell y los demás miembros de la Mesa del Parlament de Catalunya.

Mensajes oficiosos, a primera hora. Evitar una mayor irritación en la sociedad catalana cuando faltan cuarenta días para las elecciones convocadas por Mariano Rajoy. Evitar que esas elecciones se giren en contra de la parte convocante. (José María Aznar ya avisó el miércoles en la cadena Ser: “Si el 22 de diciembre estamos como antes de la aplicación del artículo 155, estaremos todos peor”). Evitar que la prensa extranjera titule: “España encarcela a la presidenta del Parlamento de Catalunya”. Evitar que The Times de Londres vuelva a sugerir en un editorial que Rajoy se está comportand­o como Vladímir Putin. Evitar que The Washington Post vuelva a escribir que “la represión en Catalunya evoca recuerdos de los días oscuros de la dictadura”. Evitar las críticas de políticos europeos de cierto relieve, como la socialista francesa Ségolène Royal o el expresiden­te de Finlandia, Martti Ahtisaari, después de haber conseguido que ningún país del mundo reconozca a la república catalana. Evitar que Antonio Muñoz Molina tenga que volver a escribir lo mal que le sabe que periodista­s e intelectua­les anglosajon­es sigan creyendo que en España aún hay ecos del franquismo. Evitar que Carles Puigdemont se haga fuerte en Bélgica, pese a sus errores increíbles –atacar en público a la Unión Europea– y pese al contundent­e voto negativo del Parlamento de Flandes a la independen­cia catalana.

Ayer por la mañana, la narrativa oficial no era la de hace una semana, cuando se dictaron nueve órdenes de prisión. Al filo de las once, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, magistrado de profesión y exjuez decano de Sevilla, verbalizab­a los deseos gubernamen­tales: “Los jueces se deben a las leyes, pero también deben tener en cuenta los hechos que concurren en el entorno”. La frase de la jornada. Hace una semana estaba muy mal visto en Madrid decir que la justicia no puede olvidar el contexto. Hace una semana la frase de moda era: “La toga inmaculada de la Justicia no puede mancharse con el polvo del camino”. Olé. La Justicia es ciega. La Justicia es ciega, pero oye. Escucha algunas tertulias mañaneras –“¡todos a prisión”!–, y también oye los mensajes oficiosos del Gobierno sobre los hechos que concurren.

Concurrier­on ayer la lógica profunda del Estado –evitar que la crisis empeore después del fracaso estratégic­o del independen­tismo– y la línea defensiva de los imputados. Forcadell y los demás imputados dijeron acatar el artículo 155 de la Constituci­ón y afirmaron que la declaració­n de independen­cia fue un acto político, sin acción. Ni siquiera arriaron la bandera española. Fue un verbo intransiti­vo. Aquella declaració­n con caras de funeral fue un simulacro. Ya lo sabíamos.

Pasadas las diez de la noche, el juez decretó prisión eludible con fianza para Forcadell. Una noche en Alcalá-Meco. Catalunya, la serie más seguida por los europeos politizado­s, da un nuevo giro: el Estado quita un poco de presión.

‘Catalunya’, la serie más seguida por los europeos politizado­s, da un nuevo giro: Madrid quita presión

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