La locura de los conquistadores
Díaz Yanes se aproxima a la época imperial con ‘Oro’, un drama de codicia y violencia
Sevilla tuvo que ser... La ciudad andaluza engalanada de rojo y gualda, embanderada en sus balcones, capital que fue de la conquista de América en el siglo XVI, y capital estos días del mejor cine hecho en Europa con un festival en marcha consagrado a la producción cinematográfica del viejo continente, Sevilla, contradictoria y singular, conservadora y rompedora a la vez, acoge en su certamen el estreno de Oro ,de Agustín Díaz Yanes.
Un relato de sangre y fuego situado en la España imperial, protagonizada por un grupo de desesperados que muy bien podían haber salido hacia el Nuevo Continente, hace cinco siglos de eso, del barrio de Santa Cruz o de la misma Triana...
¿Qué mejor ciudad que Sevilla para acoger tal estreno?
“Ninguna, es verdad”, dice Díaz Yanes. “Pero tanta bandera me deja fuera de lugar”, añade el director de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995), que vuelve a dirigir tras casi diez años apartado del cine. “Las banderas me confunden, sobre todo cuando hay tantas. En España esto de las banderas estaba olvidado, y este despliegue me tiene nervioso. Creo que en Barcelona pasa lo mismo ¿verdad?”.
Oro cuenta una historia de codicia y muerte, una aventura en medio de la selva inexplorada con la grandeza que otorga la desesperación. Situada en los tiempos de la turbulenta y cruel exploración de esa América que todavía no tenía nombre. Se centra en la peripecia de un grupo de conquistadores de los de yelmo y espada, a la manera de Lope de Aguirre, de Núñez de Balboa, de Hernán Cortés, de tantos otros locos de entonces... Aquellos emigrantes-soldados sin más escrúpulos que la que marca su ambición. Todos en busca de Fama y Fortuna, más de los segundo que de lo primero.
Una peripecia coral, con José Coronado, Oscar Jaenada y Raúl Arévalo al frente de un reparto de personajes desarrapados, con dos mujeres entre ellos, Barbara Lennie y Anna Castillo. Buena parte de ellos, con el director, Tato para todos, acudieron el martes pasado al Archivo de Indias de Sevilla para hablar. Aquellos eran tiempos turbulentos. Vivimos tiempos turbulentos. ¿Se pueden comparar?
“Se podría”, dice Díaz Yanes, “Pero como soy prudente no quiero señalar semejanzas más allá del acusado sentido de pertenencia en Oro, causa de fricciones y de inquinas”, comenta.
El director insiste en que entre el XVI y ahora hay demasiados siglos de diferencia como para comparar. Yanes, que es historiador, sabe de lo que habla: “La historia tiene algo raro, como si se planteara cíclicamente. Con problemas que en un momento parecen resueltos y que, en realidad, nunca lo acaban de estar”.
En Oro no hay héroes. Son personajes que en buena medida se mueven por la codicia, por la ambición y el instinto de supervivencia. “Si fuera un western sería un western triste, oscuro, de los denominados crepusculares, de esos teñidos de decepción”, dice.
La historia, como Alatriste (2006), también de Díaz Yanes, se basa en un relato de PérezReverte. “Es un largo viaje por la selva donde los unos se desprecian a otros, se envidian o se ignoran, pero cuando llega el momento del peligro tienen que dejar de lado sus diferencias”. ¿Es una historia de grandeza o de miseria? “De ambas cosas”, dice. Los conquistadores no dejan de ser emigrantes empujados por la miseria, y al mismo tiempo viven como perdidos en medio de la selva, como en medio de una pesadilla de terror y conquista. El rodaje, con vistas generales de la selva de Panamá, se realizó en Canarias, donde la selva se reconstruyó en estudio. Oro, que se estrena hoy, 10 de noviembre, no ensalza la conquista, es más bien una mirada triste y cruel del heroísmo.
‘Oro’, una pesadilla de “grandeza y miseria”, dice Díaz Yanes de su filme dedicado a la conquista