Carta al padre
El viernes que viene se cumplirán diez años de tu muerte. Tenías 93 años y llevabas semanas atrapado en una agonía que el personal del hospital de la Esperança ayudó a dignificar. Tu muerte causó un impacto que fue más allá de la familia, pero la salud y los ánimos de mamá impidieron organizar el funeral que te habría gustado, con puertas abiertas, brindis y Labordeta cantando el Canto a la libertad. Si te sirve de consuelo, sí logramos reuniros a los tres hermanos –Antonio, Joaquín y tú– en el nicho del cementerio, muy cerca de donde están enterrados tus padres y tu hermana Eloísa.
Te escribo porque de vez en cuando hay gente que me interpela para, con buena o mala fe, explicarme qué pensarías y opinarías de la situación política actual. Digo yo que tendrán información privilegiada porque se expresan con una rotundidad que intimida. En tus últimos tiempos activos, recuerdo que te interesaban mucho el Foro Social Mundial, la denuncia de las desigualdades y la anulación del proceso al president Companys. Y que te mantenías fiel al PSUC-viu, un partido sobre el que decías que a medida que iban muriendo camaradas te daba la sensación de pertenecer más al PSUC-mort que al PSUCviu. Este era tu estilo: lealtad en las convicciones y una ironía monumental a la hora de defenderlas.
Con respecto a las desigualdades, debes saber que el mundo no ha mejorado. En Catalunya, la causa más potente ha sido el independentismo, que ha evolucionado con una fuerza multitudinaria hasta ganar una mayoría parlamentaria que –te ahorraré los detalles heroicos y los escabrosos– declaró una república catalana que nació herida y fue duramente desactivada por el Estado. Resultado: medio gobierno de la Generalitat en prisión, el president y unos cuantos consellers –entre los cuales está el hijo de tu querido Comín– refugiados en Bélgica, el autogobierno intervenido y un ambiente cada vez más intransigente y sectario. Los que presumen de saber qué harías si aún estuvieras aquí afirman que militarías en el apoyo a los presos y en la defensa del derecho a la autodeterminación. Yo no tengo ni idea, pero tampoco te voy a engañar: aparte de llamarme equidistante y botifler, me dicen que nunca he estado a la altura de tu legado (ni del de mamá). Y como se me acaba el espacio, unas cuantas noticias: el pujolismo acabó fatal; Raimon se ha jubilado; el presidente de EE.UU. da tanto miedo como el de Rusia, Labordeta murió y el espíritu de la Assemblea de Catalunya, que tanto te esforzaste en difundir, ha vuelto en forma de mala imitación. El Barça es líder de la Liga y el Zaragoza está en Segunda. Tus hijos y tus nietos te echamos de menos, sobre todo cuando comemos huevos fritos clandestinos o cuando nos interpelan los que afirman saber exactamente qué harías y qué pensarías. No te preocupes: precisamente por respeto a lo que fuiste, ninguno de nosotros ha cometido nunca la aberración de hablar en tu nombre.
Este era tu estilo: lealtad en las convicciones y una ironía monumental a la hora de expresarlas