La Vanguardia (1ª edición)

LeBron vuela, su equipo flaquea

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Los Cleveland Cavaliers han jugado la final de la NBA las tres últimas temporadas, todas desde el regreso de LeBron James, y fueron campeones en la 20152016. Ahora volvían a ser, aunque al lado de los Boston Celtics, los grandes favoritos de la conferenci­a Este. ¿Volvían, en pasado? Queda mucha campaña por delante, pero un equipo al que se pronostica­ba entre 52 y 55 victorias (es decir, de un 63% a un 67% de éxitos) lleva menos triunfos que derrotas (5-6, un 45%, con sólo dos victorias en las siete últimas aparicione­s) y ahora mismo no jugaría los playoffs. Y si es malo haber perdido tanto, peor es haberlo hecho jugando más partidos en casa que fuera (7 y 4) y, sobre todo, contra rivales que no están en la élite. Al mejor que tuvieron, los propios Celtics, lo ganaron el primer día.

¿Qué les pasa a los Cavs? La primera tentación sería pensar que LeBron James está lejos de su mejor nivel. Pues no. Nada de eso. A pesar de que se perdió gran parte de la preparació­n por culpa de un tobillo, promedia 28,9 puntos por encuentro, con un 66% de efectivida­d en tiros de dos, y da más asistencia­s que nunca (9,1). Lleva más de diez años (802 partidos consecutiv­os, segundo en la historia tras los 866 de Michael Jordan y 600 más que el segundo jugador en activo, James Harden) anotando al menos 10 puntos. De hecho, a lo largo de su carrera son más (11) los encuentros con 50 o más puntos que aquellos con menos de 10 (8). Algo que sólo pueden decir otros dos monstruos como Wilt Chamberlai­n y el propio Jordan.

Entonces, ¿dónde está el problema? Por desgracia, son varios. Uno tiene nombre propio. Y es grave. Isaiah Thomas, tercer anotador de la NBA la pasada temporada (28,9 p), reemplazo de lujo de Kyrie Irving, que hizo el viaje en sentido contrario, hacia Boston, está lesionado en la cadera y las previsione­s más optimistas indican que no podrá debutar hasta dentro de un mes y medio. Los otros dos bases, Derrick Rose y José Manuel Calderón, también son nuevos en el equipo, lo que agrava la situación. En realidad, el español no cuenta para nada y cuando Rose se lesionó, jugó LeBron de base tres partidos.

Hay otras cuestiones colectivas: mal

Lo que hace más daño a los Cavaliers es su defensa, la peor de la liga junto a la de los Suns

movimiento del balón, fallos en los triples (de un 38,4% de acierto la pasada temporada a un 34,4% en esta), debilidad en el puesto de pívot agravada por los problemas físicos de Tristan Thompson que han llevado a Kevin Love a ocupar esa posición en algunos partidos, en un equipo ya de escasa envergadur­a. Pero lo que hace más daño es la defensa. Un desastre. La peor de la liga, junto a la de los Suns. Encaja 113,9 puntos por partido. Y únicamente han jugado contra un equipo de la conferenci­a Oeste, donde se anota más.

Como es lógico, las adversidad­es no han provocado precisamen­te tranquilid­ad. Y menos cuando esta puede ser la última temporada de LeBron James en su segunda estancia en el equipo. Dwyane Wade, que ha vuelto a reunirse con El elegido (fueron campeones con Miami en el 2012 y el 2013), soltó esta andanada a los titulares (aquel lo fue solamente en los tres primeros partidos) después de perder en casa ante unos Hawks que acumulaban ocho derrotas consecutiv­as: “No es ningún secreto que empezamos fatal los partidos. Después gastamos muchísima energía tratando de remontar 16 o 18 puntos y es muy duro tener que hacerlo una noche tras otra. A ver si algún día los titulares pueden culparnos a nosotros de dilapidar una ventaja”.

Algo de razón no le falta: en los seis partidos que han perdido, los Cavs siempre acabaron abajo el primer cuarto, por 9 puntos de promedio. “Los titulares saben que han de jugar mejor”, reconoce el entrenador, Tyronn Lue. “Pero es una cuestión de todos”.

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Juan Antonio Casanova

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