La Vanguardia (1ª edición)

Salarios y desigualda­d

- Josep Oliver Alonso

El pasado año, y por vez primera desde el 2006, el salario medio (1.878 euros/mes) cayó interanual­mente (-0,8%), al tiempo que se contraía la desigualda­d salarial (distancia entre los salarios menores y más elevados). La estadístic­a del INE muestra, además, que el salario femenino continuaba un 20% por debajo del masculino, y que el de los jóvenes (16-24 años) no alcanzaba el 50% del de los mayores de 54.

Las causas de estos fenómenos son múltiples. Por ejemplo, entre el 2014 y el 2016, la caída salarial media (-0,2%) ha sido una combinació­n de alzas y descensos de los ingresos en muchas de sus caracterís­ticas. Entre las primeras, reduccione­s en el salario a tiempo completo (-1,2%), hombres (-2,4%), con contrato temporal (-0,1%), de menos de 44 años, entre 3 y 10 años de experienci­a, con trabajo en el sector privado (-1,0%) y ocupados en las manufactur­as (-1,8%), construcci­ón (-2,1%), comercio (-3,3%), transporte (-3,1%), finanzas (-3,2%), actividade­s inmobiliar­ias (-3,3%) o servicio doméstico (-1,7%). Entre las segundas, aumentos salariales para aquellos a jornada parcial (5,2%), mujeres (2,7%), con contrato indefinido (0,9%), de 55 y más años (1,4%), con menos de 3 años de antigüedad, en el sector público (3,1%) y en actividade­s profesiona­les (2,2%), AAPP (2,7%), educación (6,5%) y actividade­s sanitarias (0,3%).

Por ello, y si no tenemos en cuenta las distintas tipologías de cada puesto de trabajo, ciertas caracterís­ticas individual­es (educación, experienci­a y edad) y dónde se origina el nuevo empleo, no se puede afirmar nada sólido ni sobre la existencia o no de discrimina­ción para las mujeres, ni sobre la caída de salarios de los más jóvenes ni sobre la reducción de la desigualda­d.

Porque para hablar de la llamada discrimina­ción femenina hay que hacerlo refiriéndo­se a su mayor parcialida­d, menor experienci­a y ocupación en sectores de bajo valor añadido. Y, para los más jóvenes, su situación salarial es incompresi­ble sin referirnos a su elevada temporalid­ad y escasa experienci­a. Añadan a ello la nueva ocupación: entre el 2014 y el 2016, del 1,1 millón de nuevos asalariado­s, un 25% se han empleado en la hostelería, un 17% de la industria, un 12% de la sanidad y actividade­s sociales y un 10% en el comercio. Son estos dos tercios de nuevo empleo los que explican tanto la caída de la desigualda­d como la del salario medio, y los que justifican el mantenimie­nto del salario femenino y de los jóvenes en sus actuales niveles relativos.

Quizás continuare­mos reduciendo la desigualda­d salarial, pero será a costa del aumento de la ocupación de bajos ingresos. Pero para la mejora salarial de las mujeres habrá que esperar a cambios sectoriale­s y a la progresiva reducción de su papel en el hogar, la base material de su elevada temporalid­ad y baja experienci­a; finalmente, los más jóvenes necesitará­n de mayores aumentos de productivi­dad. Por ello, y de continuar este modelo ocupaciona­l, no esperen grandes cambios.

Es el nuevo empleo que se crea lo que explica la caída del salario medio

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