Los bares fuerzan la reforma de la ordenanza de terrazas
El Gremi de Restauració reúne 18.138 firmas a fin de frenar la sangría de mesas y sillas de los veladores de Barcelona
El Gremi de Restauració registró ayer en el Ayuntamiento de Barcelona 18.138 firmas en apoyo a su propuesta de reforma de la ordenanza de terrazas. Son 4.116 más de las exigidas por el Consistorio. Las reunieron en apenas 49 días en un centenar de bares. Se trata de una maniobra de los restauradores ejecutada in extremis para frenar los recortes de los veladores. El 1 de enero finalizarán las moratorias que aplazan la aplicación de algunos de sus capítulos más restrictivos: las nuevas exigencias en materia de lavabos y la obligación de que los veladores no excedan de la fachada de su local. La entrada en vigor de estos extremos supondría la retirada de tantas mesas que muchos pequeños negocios se verían abocados al cierre. En estos momentos miles de autónomos y pequeños empresarios están angustiados. Además, la flexibilización de la norma que plantean los restauradores permitiría que numerosos negocios recuperaran muchas de las 20.000 sillas perdidas los dos últimos años, durante la progresiva aplicación de la norma pactada por CiU y PP en el mandato anterior.
Los restauradores confían en que las fuerzas políticas debatan y aprueben de manera inicial su propuesta en la comisión de Urbanismo que hay que celebrar en diciembre. Depende de la celeridad de los técnicos municipales a la hora de comprobar la validez de las firmas. La propuesta de los restauradores podría aprobarse de manera definitiva en el pleno de marzo o abril. Dado que las licencias de las terrazas acostumbran a renovarse en primavera, esta iniciativa podría salir adelante sobre la bocina. En principio, los ediles de PDE Cat, ERC, Ciutadans y PP apoyan la propuesta de los restauradores. Al menos están de acuerdo en que la norma en vigor ha de flexibilizarse cuanto antes, que el gobierno de la alcaldesa Ada Colau se reveló incapaz de encontrar puntos de acuerdo, que la guerra de las terrazas no puede prolongarse por más tiempo. De todas formas muchas entidades vecinales que entienden que en Barcelona hay demasiadas terrazas, que el Ayuntamiento mercantilizó un espacio público ahora saturado, que la gente ha de poder sentarse en la calle sin tener que pagar una consumición, presionarán a los grupos para que no se avengan con tantas facilidades a las pretensiones del Gremi. Al poco, el concejal de Paisaje Urbano, el socialista Daniel Mòdol, quien durante los últimos meses trató de reconducir las infructuosas negociaciones entre el
PDE Cat, ERC, Ciutadans y PP apoyan que la iniciativa de los restauradores sea votada en el pleno
gobierno de Colau y el Gremi, celebró la presentación de las firmas. “Significa que todos los actores se sienten en la misma mesa y todos los grupos políticos hagan un acto de responsabilidad”.
La restauradores quieren retocar los extremos más espinosos de la norma. Sobre las nuevas exigencias en materia de lavabos, el Gremi propone que los establecimientos históricos, aquellos que no disponen de espacio suficiente y también los que se vieran obligados a afrontar unas obras desproporcionadas, puedan acogerse a una cláusula de excepcionalidad. La renovación de los lavabos está quitándole el sueño sobre todo a quienes tienen garitos pequeños donde es muy complicado hacer reformas, a todos los que se verían obligados a renunciar a su principal fuente de ingresos, a la terraza. La propuesta de los restauradores también plantea revisar el aspecto de la ordenanza cuya aplicación supuso, hasta ahora, la mayor retirada de mesas y sillas. Son las distancias que las terrazas han de guardar con respecto al resto del mobiliario urbano. El Gremi quiere que estas distancias no sean fijas, sino que los técnicos municipales las definan según cada caso, más o menos como se vino haciendo anteriormente. A cambio de estas revisiones los restauradores se comprometen a garantizar la accesibilidad a los veladores de las personas de movilidad reducida, a aceptar los horarios establecidos y a que no haya terrazas donde los clientes tengan que servirse ellos mismos.