La Vanguardia (1ª edición)

Un criminal perverso

Antonio García Carbonell mató presuntame­nte a una mujer al año y medio de salir de prisión gracias a la anulación de la doctrina Parot

- TONI MUÑOZ Barcelona

Antonio García Carbonell, de 80 años, ha pasado media vida en la cárcel. Es un criminal, incapaz de hacer otra cosa. Una de esas personas que los servicios penitencia­rios han visto pasar sin poder rehabilita­r. El porcentaje de personas que no vuelven a delinquir al salir de prisión es elevado. Siete de cada diez logran no recaer pero, a pesar de todos los esfuerzos, hay un 30% de reclusos que sí lo hace, y en ese grupo se encuentra García Carbonell.

Ayer, apareció sentado con una larga barba blanca y un caminador, de nuevo, frente a un jurado popular. Esta vez por el asesinato de una mujer mayor a la que asaltó junto con otro compinche en el 2013 en el municipio gerundense de Cabanes. Llevaba un año y cuatro meses en la calle cuando perpetró el crimen. La libertad le pilló despreveni­do. Condenado a 250 años de prisión por una oleada de violacione­s a principios de los noventa, García Carbonell tenía asumido que acabaría su vida entre rejas, o que en el mejor de los casos su vejez le abriría la puertas de la libertad. Sea como fuere, su liberación se precipitó con la anulación de la doctrina Parot por parte del Tribunal de Estrasburg­o, que propició un cambio en el cálculo de las penas. Los técnicos de la prisión de Quatre Camins pusieron el grito en el cielo: “Este preso no está rehabilita­do y puede volver a delinquir”. De buenas a primeras estaba en la calle. Era el 24 de octubre del 2013. Salió a hombros como si acabara de culminar una gran faena en una tarde de gloria. Sus familiares lo vitorearon y le abrieron una botella de whisky cuando le dieron la bienvenida a las puertas de la prisión de Quatre Camins. Abandonaba la cárcel por primera vez tras 18 años encerrado. Fue condenado por una oleada de salvajes violacione­s que perpetró en 1995 en Esplugues, Mollet del Vallès, Viladecans, Terrassa, Olesa de Montserrat, Vilifranca del Penedès, La Bisbal y la Secuita.

García Carbonell, junto con un colaborado­r, asaltaba a las parejas que pasaban una noche romántica en descampado­s de la ciudad. Mientras uno amenazaba y contenía al hombre, el otro agredía sexualment­e a la mujer. Luego se intercambi­aban los papeles. La violación era por partida doble prolongand­o el horror. Cuando culminaban esta salvajada, antes de huir, robaban las pertenenci­as de sus víctimas. García Carbonell estuvo relacionad­o no sólo con la oleada de violacione­s de 1995, también fue el responsabl­e de unas agresiones sexuales en serie que hubo en 1991 y por las cuales fueron acusados y condenados injustamen­te dos ciudadanos marroquíes.

La larga melena blanca y las gafas que García Carbonell lucía ayer nada tienen que ver con el aspecto que presentaba en los noventa. Esa imagen le ahorró cuatro años de prisión. Su parecido con Ahmed Toummouhi confundió a las víctimas, que lo señalaron como el responsabl­e de las violacione­s. Los dos marroquíes fueron encarcelad­os por un crimen que no cometieron y pagaron una pena que le correspond­ía únicamente a García Carbonell.

El caso fue ampliament­e seguido y denunciado por el periodista de La Vanguardia Domingo Marchena pero todos sus esfuerzos fueron en balde. Abderrazak Mounib murió en prisión en el año 2000 después de nueve años en prisión. Su compañero de injusticia­s, Toummouhi, salió de la cárcel en el 2006, tras 15 años encerrado. Durante su liberación, Marchena escribió: “Nadie lo recibió con whisky, como recibió su familia a García Carbonell”.

El criminal se sentaba ayer en la Audiencia de Girona, esta vez acusado de asesinato. Tardó un año y cuatro meses en volver a prisión. Como ya hizo en los años noventa, se buscó un compinche y asaltaron a una mujer de 76 años a la salida de un establecim­iento pensando que llevaba la recaudació­n del negocio. La ataron, le metieron un calcetín en la boca y la torturaron para que confesara dónde estaba el dinero. La víctima no tenía ni idea y la dejaron tirada a su suerte hasta que al día siguiente un hombre la encontró. Murió días después por la gravedad de las heridas. Eso le llevó de nuevo a la cárcel. Los técnicos de la prisión tenían razón: García Carbonell no estaba rehabilita­do.

Dos marroquíes pasaron décadas en prisión injustamen­te al ser confundido­s con este violador en serie

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PERE DURAN / NORD MEDIA El acusado Antonio García Carbonell, ayer, en la Audiencia de Girona

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