La Vanguardia (1ª edición)

Las vidas destrozada­s

- Domingo Marchena

Las víctimas de sus violacione­s y robos, las víctimas de sus palizas y la mujer por cuyo crimen comenzó a ser juzgado ayer no son las únicas vidas que ha destrozado Antonio García Carbonell. Nunca pidió perdón, nunca se arrepintió y todavía hoy encubre al cómplice con el que actuó (un pariente, según los análisis de ADN). Y, por si fuera poco, dos inocentes fueron a prisión por su culpa. Los marroquíes Abderrazak Mounib y Ahmed Toummouhi fueron condenados por una oleada de violacione­s con la única prueba de los reconocimi­entos de las víctimas. Años después, se produjo otra oleada de agresiones y los investigad­ores creyeron que Mounib y Toummouhi habían vuelto a las andadas. Pero, aunque las víctimas los reconocier­on de nuevo, ellos no pudieron ser porque seguían presos. Poco después se localizó un vehículo robado que los autores de las nuevas violacione­s usaron para huir. La Guardia Civil montó un dispositiv­o de vigilancia por si los delincuent­es volvían a utilizarlo. Antonio García Carbonell fue detenido cuando se disponía a hacerlo. Para sorpresa de los agentes, aquel hombre parecía el gemelo de Ahmed Toummouhi. Eso podría justificar que las víctimas se equivocara­n con él. La historia, larga y desgraciad­a, de por qué se equivocaro­n también con Abderrazak Mounib está escrita en la hemeroteca de este diario. El caso destapó las miserias y la esclerosis de la justicia española. Los marroquíes fueron condenados sin pruebas de ADN porque no se conservaro­n restos biológicos o porque se conservaro­n mal y los medios de la época no permitían el cotejo. Pero la ciencia avanzó y lo que era imposible cuando los condenaron a ellos fue posible cuando cayó Antonio García Carbonell. El ADN de un pañuelo manchado con semen reveló que él era el coautor de una de las tres agresiones que se les imputaron. Pero los dos inocentes siguieron en prisión por las otras dos causas, que no pudieron revisarse porque aquí no había pañuelos ni nada parecido. La fiscalía pidió el indulto y la Guardia Civil los exculpó. No sirvió de nada. Mounib murió en la cárcel, de un infarto. Toummouhi salió cuando cumplió la pena. Vive en Martorell, con sus hijos y nietos. Y se considera un muerto en vida.

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