Arquitectura de Jean Nouvel y de Hala Wardé
Hala Wardé, 52 años, libanesa, exalumna de Jean Nouvel y hoy una entre los ocho arquitectos partenaire de sus talleres, a la cabeza de su agencia HW Architecture, dedicó los últimos diez años a la construcción de la cúpula perforada que filtra la luz y al príncipe heredero le recuerda “la luz en el oasis de mi niñez”. Y veló “día y noche” según testigos por ver surgir de la arena el museo de 85.000 m2, 180 metros de diámetro y 7.500 toneladas de peso. Nouvel lo concibió “como una medina, combinación de inspiración árabe tradicional, ingeniería de vanguardia y diseño contemporáneo”. Al abrigo de la cúpula –compuesta por 7 850 estrellas de metal, ensambladas según una estructura geométrica compleja– el visitante pasea con el mar a sus pies. Además de galerías de exposición, hay museo de los niños, auditorio de 270 plazas, restaurante, tienda y un café. Más difícil que la construcción fue la relación con una cultura cuyos cambios de humor son habituales y que ya costaron a Nouvel proyectos abortados en Doha y Dubái. Si finalmente inauguraron, aunque según Wardé “falta todavía un año de pequeños detalles”, fue gracias al sentido diplomático de esta libanesa que pudo negociar constantemente, y en árabe, con la responsable de Abu Dabi Tourism & Culture Authority, una compatriota. En el 2016, como para endulzar el último tramo, Wardé recibió una buena noticia personal: su HW ganó, en solitario, el concurso para construir el Museo de Arte de Beirut (BeMA), museo de arte moderno y contemporáneo. Profeta en su tierra.