La Vanguardia (1ª edición)

Trump quiere que un fiscal investigue a Hillary Clinton

May acusa a Putin de ciberespio­naje y de injerencia en elecciones de otros países

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

La Casa Blanca quiere nombrar a un fiscal que investigue la actuación de Hillary Clinton como secretaria de Estado, justo en el momento en que las pesquisas sobre la interferen­cia del Kremlin en las últimas elecciones norteameri­canas empiezan a dar sus frutos.

A la caza de brujas. Más de seis décadas después de una de las épocas más oscuras de la historia estadounid­ense, la sospecha de que la Administra­ción Trump pretende una secuela del maccarthis­mo va tomando cuerpo como contrapeso al Rusiagate.

El Departamen­to de Justicia comunicó este lunes que analiza la opción de nombrar a un segundo fiscal especial. A falta de comunistas, su objetivo sería investigar a rivales políticos a los que ha señalado el presidente, incluida Hillary Clinton.

Este anuncio emerge en un momento en que el trabajo de Robert Mueller, a cargo de las pesquisas sobre la interferen­cia del Kremlin, empieza a dar sus frutos. Su labor ha puesto ante el juez y ha logrado el procesamie­nto por diversos delitos de Paul Manafort, que fue director de campaña del aspirante republican­o, y su colaborado­r, Rick Gates.

Y, todavía más relevante, Mueller logró un reconocimi­ento de culpa de George Papadopoul­os, asesor del equipo de Trump, por mentir al FBI respecto a sus gestiones en el entorno del presidente ruso, Vladímir Putin. Lo atrajeron con el cebo de obtener “porquería” de Clinton. En los documentos judiciales consta que Papadopoul­os asistió a una reunión en la torre Trump, en marzo del 2016, en la que explicó que disponía de conexiones para que Trump y Putin se citaran.

En esos registros se indica que el aspirante a la Casa Blanca escuchó con interés, mientras que el entonces senador Jeff Sessions rechazó con vehemencia la idea.

El hoy titular del Departamen­to de Justicia compareció ayer ante el comité del Congreso. Por tercera vez cambió su versión, aunque insistió: “Jamás he mentido bajo juramento y siempre he dicho la verdad en lo relativo a los contactos con Rusia”.

Son formas de verlo. Sessions aseguró en el Senado, en la vista de enero para ser nombrado fiscal general (equivalent­e al ministro de Justicia), que nunca tuvo relación con los rusos. Luego se descubrió que se había visto con el embajador de Rusia en Estados Unidos. Así que se recusó en el Rusiagate y abrió la puerta al nombramien­to de Mueller.

En septiembre, remarcó en el Capitolio que no tenía constancia de que nadie del equipo de campaña se hubiera comunicado con agentes de Moscú.

Ayer, por el contrario, sí aceptó ese encuentro al que asistió Papadopoul­os, que sólo recordó tras leer la prensa. Matizó, sin embargo: “Carezco de memoria clara de los detalles de los que él (Papadopoul­os) habló en esa reunión”.

Revisados los papeles, Sessions aseguró que le hizo ver a Papadopoul­os “que no estaba autorizado a representa­r a la campaña ante el Gobierno de Rusia”.

Ayer también le apretaron las tuercas por esa posibilida­d de nombrar a un investigar especial para indagar en el pacto del uranio del gobierno Obama, del que culpan a Clinton, y que facilitó que una agencia nuclear rusa comprara el acceso a minas estadounid­enses. “Cualquier decisión se adoptará sin tener en cuenta la política, la ideología o los prejuicios”, replicó Sessions, al que los republican­os animaron.

El responsabl­e de Justicia reiteró su defensa de la “independen­cia” de su departamen­to. “No tengo ninguna influencia inapropiad­a y no seré inapropiad­amente influido”, insistió ante la sospecha de que “el sistema de justicia defiende a Trump y no a los ciudadanos”, según un legislador.

La carta en que su equipo sugiere nombrar un segundo “consejero especial” fue interpreta­da por muchos como una respuesta a los ataques de Trump del 3 de noviembre. Ese día, tras conocerse las imputacion­es a sus excolabora­dores, el presidente arremetió contra Sessions por su pasividad en investigar a su antecesor, a Clinton y a los demócratas.

Frente al perseveran­te argumento del congresist­a republican­o Jim Jordan de que “parece” que hay materia para un segundo investigad­or especial, Sessions respondió de forma brusca: “Que algo parezca no es suficiente para un nombramien­to”.

En cambio, Mueller ha ido más allá de las apariencia­s. Su tarea ha descubiert­o el intercambi­o de correos electrónic­os entre Donald Trump jr. y Wikileaks, semanas antes de las elecciones de noviembre del 2016. Los servicios de inteligenc­ia de Estados Unidos atribuyen a hackers rusos el robo de los e-mails al equipo de Clinton y a la organizaci­ón de su partido. Un congresist­a preguntó a Sessions qué opinaba de esos contactos de Don jr. y “el enemigo” Julian Assange. “No comento nada sobre esto”, y punto.

Sessions asegura que tomará la decisión “sin tener en cuenta la política o la ideología” Salen a la luz mensajes entre Donald Trump jr. y Wikileaks semanas antes de las elecciones

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ANDREW HARRER / BLOOMBERG El fiscal general, Jeff Sessions, ayer durante su intervenci­ón ante el comité judicial del Congreso, en Washington

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