La Vanguardia (1ª edición)

Cestas prohibidas

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

Las autoridade­s penitencia­rias han decidido acabar con una práctica que en Marruecos tenía décadas de tradición. Desde el 30 de octubre los familiares de los reclusos tienen prohibido llevarles cestas de comida a la prisión. La cárcel de Ain Seba 1, cerca de Casablanca, ha sido la última en acatar la orden de prohibició­n, introducid­a gradualmen­te desde el 2015, cuando las autoridade­s iniciaron el experiment­o en una treintena de prisiones.

Llevar cestas de comida a los presos era al tiempo una tradición y una necesidad, que se inició cuando las condicione­s penitencia­rias en Marruecos eran lamentable­s. La escasa y deficiente alimentaci­ón obligaba a un complement­o que suponía un grave perjuicio económico para la inmensa mayoría de las familias, extremadam­ente pobres. Por ello, la administra­ción penitencia­ria asegura que la medida ha sido muy bien recibida por los familiares. Algo que ha suscitado controvers­ia en el país.

Desde hace más de un año la alimentaci­ón en las prisiones está en manos de una compañía privada que suscita el 90% de aprobación de los reclusos. “Tanto la cantidad como la calidad de la comida es satisfacto­ria para la inmensa mayoría de los usuarios de este servicio”, precisa la Delegación General de la Administra­ción Penitencia­ria y la Reinserció­n, que ha decidido delegar íntegramen­te el servicio en la empresa privada.

La prohibició­n de entradas de cestos a las cárceles evita también que se puedan introducir drogas, armas u otros utensilios peligrosos, además de que con esta decisión se corta de raíz el mercado negro de comida. Y permitirá reducir drásticame­nte el número de funcionari­os que vigilaban que no llegaran sustancias prohibidas.

Marruecos es el país árabe con más presos, más que países con una población similar o incluso mayor. Las últimas cifras hablan de casi 77.000 presos, de los que alrededor del 40% son preventivo­s. Cada año, los reclusos aumentan en torno a un 5,5% y las tasas de hacinamien­to se sitúan en el 44%. Marruecos ocupa la tercera plaza entre los países árabes en cifras relativas, con 222 presos por cada 100.000 habitantes, sólo por detrás de Bahréin (301) y Emiratos Árabes (229).

No todas las voces consideran que la orden de prohibir llevar cestas de comida sea un adelanto. “No es simplement­e una cuestión de alimentaci­ón del detenido. Sobre todo, se trata de una unión simbólica con su familia, sentirse querido y recordado. Por ello, esta prohibició­n puede contribuir en gran medida al aumento del sufrimient­o de los prisionero­s. Es un golpe duro a los derechos humanos de los presos”, dice Abdalah Musedad, secretario general del Observator­io Marroquí de Prisiones.

La cesta de comida es el reflejo de una dimensión plenamente humana, señala Musedad, para quien “rompe el aislamient­o que los detenidos sufren en prisión”. Frente al argumento de que así se impide la entrada de productos ilícitos, “prohibir la entrada de las cestas no va a resolver el problema”, sostiene. “La gestión de la alimentaci­ón en las prisiones debería ser objeto de una política integrada en la que todos los componente­s deben aportar su punto de vista”.

Un reciente informe independie­nte alertaba de que el 60% de los detenidos carecía de comedores donde alimentars­e en compañía de otras personas. Sólo cinco prisiones tenían comedores propiament­e dichos, mientras que en el resto de las institucio­nes penitencia­rias los reclusos tienen que hacerlo en las mismas celdas.

Tampoco los productore­s artesanos de cestas están contentos con las decisiones de las autoridade­s, porque suponen un golpe al comercio de estos productos. “Muchas familias tenían que reponer las cestas en varias ocasiones ya que normalment­e éstas se quedaban en el interior de las prisiones cuando llevaban la comida a sus allegados”, señala Ahmed Mustafa, comerciant­e artesano en Rabat. “Con esta orden, hemos perdido un importante mercado”, añade.

Marruecos acaba con la costumbre de que las familias de los reclusos les lleven comida

a la prisión La alimentaci­ón en la cárcel, antes escasa, ha mejorado desde que se encarga una empresa privada

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ABDELHAK SENNA / AFP Visitas. Dos mujeres cargadas con un paquete llegan a la prisión de Ukasha, situada a las afueras de Casablanca
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