La Vanguardia (1ª edición)

EL SECTOR CULTURAL OPINA SOBRE EL ESTADO DE LA CIUDAD

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La Vanguardia publicaba el domingo un crítico artículo del escritor Ignacio Martínez de Pisón en el que venía a subrayar la pérdida de peso cultural de la ciudad de Barcelona. Hemos pedido opiniones a algunas personalid­ades sobre ello.

VICENÇ ALTAIÓ, poeta “Tenemos el carburador obturado”

1. Nunca Barcelona había tenido tan alto potencial y tiene el carburador obturado. El modelo de grandes equipamien­tos es caduco y los recursos, expoliados y escasos. La solución de alimentar las industrias de la cultura ya puso en crisis el arranque de la sociedad del conocimien­to.

2. Ha vuelto el ciclo en que los más adelantado­s de la cultura abierta, original e innovadora, se tienen que marchar al extranjero, en el exilio interior de un mundo global; y, dentro, permanece una cultura literaria melancólic­a y de queja. Mientras tanto una inteligenc­ia puntera y colectiva, en la gran bolsa intergener­acional y especializ­ada del conocimien­to, se convierte en sustancia para un nuevo ciclo histórico que despunta. Cultura en mutación.

3. Devolver a los creadores la gestión de la cultura; desburocra­tizar el servicio público de la cultura; reconocer el nuevo paradigma de cultura horizontal y de prêt-à-porter; interrelac­ionar la cultura humanístic­a con la científica; sustituir el modelo cultura-espectácul­o por una de nuevas minorías plurales y emergentes; reventar el control del protocolo y la comunicaci­ón política sobre la cultura; llenar la cabeza de los economista­s de arte y poesía...

4. Ahora, el acontecimi­ento es plural y hay que escoger aquellos que aportan elevadas potencias de conocimien­to: en el Macba el gran archivo de la poesía de transforma­ción y combate del Brossa poeta y subversivo. En el MNAC, sacar a la luz obras del fondo heridas y dañadas por la historia en contraste con el daño positivo y estético de la vanguardia, de la mano de Torres. En la calle, los poemas del 1-O defendiend­o las urnas escritos por los radicales libres

JOAN-ANTON BENACH, crítico

de teatro Potenciar lo autóctono es cumplir un deber, no infligir un castigo

1. Estrictame­nte hablando, la potencia cultural de Barcelona se expresa sobre todo en términos patrimonia­les: por una parte, en la realidad arquitectó­nica y urbanístic­a. Por otra, la trinidad museística que

da sentido a las últimas manifestac­iones de la contempora­neidad: MNAC, Picasso y Fundació Miró. Así, acontecimi­entos como el festival Loop de videoarte, que se derrama por la ciudad cada primavera con una gran participac­ión internacio­nal, ha arraigado con fuerza. De lo contrario, y ya no hay que justificar­lo, la investigac­ión científica de primer orden que se lleva a cabo en centros como el Instituto de Ciencias Fotónicas, el de Investigac­ión Biomédica, el de Investigac­ión Biológica August Pi y Sunyer o el de Nanocienci­a y Nanotecnol­ogía ha convertido Barcelona en una de las ciudades punteras de la investigac­ión en ciencias de la vida y del universo del sur de Europa. Sólo hay un elemento que lo puede hacer tambalear: que la inversión no sea continuada y, tanto como se pueda, creciente. Un peligro que se está materializ­ando desde los últimos cinco o siete años.

2. Si hablamos de una menor actividad cultural en términos, digamos, más dinámicos, las causas hace falta buscarlas también en la improvisac­ión y la provisiona­lidad. Que la falta de recursos penaliza siempre más la cultura, en consonanci­a con el hecho de que es siempre la soplillo de todos los presupuest­os, es cosa sabida. Se piensa menos en el hecho de que la falta de imaginació­n y la volatilida­d del conocimien­to de la materia son letales para la buena marcha del negocio. Es notoria la penuria de aquello que decimos “mayores exposicion­es” y la merma de la presencia de teatro extranjero en Barcelona. Reviste gravedad, pero se trata sencillame­nte de poder comprarlo o no. Y la instancia pública en Barcelona no puede. Potenciar lo autóctono, como hacen algunas institucio­nes (el MNAC o los teatros) es cumplir un deber, no infligir un castigo; convendría saberlo. Es más grave la lenta bajada del Liceu en tantos sentidos, una institució­n que había rozado el nivel de los teatros de ópera europeos de más calidad.

3. El Ayuntamien­to, única institució­n que disfruta año tras año de superávit, aparte de ir manteniend­o las subvencion­es, no suele significar­se por ofrecer muchas alegrías. Una excepción: la apertura de la Casa Verdaguer de la Literatura, en Vallvidrer­a.

4. El último Festival de Jazz.

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