Mugabe no se da por vencido
El presidente de Zimbabue reaparece en público desde su arresto domiciliario
Envuelto en una túnica académica azul y amarilla, con un birrete a juego, Robert Mugabe apareció ayer por primera vez en público tres días después de que el ejército tomara el control del país. El mandatario de 93 años, con gesto serio pero tranquilo, asistió a una ceremonia de graduación en la Universidad Abierta de Zimbabue en Harare, la capital del país, donde se habían cuidado todos los detalles. Hubo alfombra roja, guardaespaldas e incluso una banda de música para dotar de normalidad a la escena.
Era impostada. Un diplomático extranjero que vivió varios años en el país africano evitó circunloquios para definir a este diario lo ocurrido. “No hay un país más preocupado en aparentar que todo se desarrolla bajo la ley que Zimbabue, aunque luego todo sea una farsa; y todos lo sepan”.
Mugabe, que está en arresto domiciliario junto a su esposa, Grace, desde el miércoles, tiene las horas contadas en el poder. Los militares, que controlan las instituciones más importantes y el aeropuerto, señalaron en un comunicado emitido en la televisión y publicado en los principales diarios que se han producido “progresos significativos” para cerrar la crisis. El quid de la cuestión es el cuándo y cómo caerá Mugabe. Además de la detención de una docena de políticos del círculo duro del matrimonio presidencial, ayer se sumaron nuevos síntomas de debilidad para el líder nonagenario: el exvicepresidente Emmerson Mnangagwa, el principal rival de Grace para la sucesión, regresó a Zimbabue desde Sudáfrica, donde había huido la semana pasada después de ser fulminantemente despedido por Mugabe. También se ha evaporado el apoyo al gran líder desde la policía y el partido: en la tarde del viernes, las diez delegaciones provinciales del Zanu-PF presentaron mociones de confianza contra su presidente.
Las calles hablarán hoy. La asociación de veteranos de guerra ha convocado una manifestación en Harare para pedir la renuncia del héroe de la independencia. Su líder, Chris Mutsvangwa, apeló a sus conciudadanos a realizar “la mayor y más grande protesta de la población zimbabuense, y así terminamos el trabajo que el ejército comenzó”. Mutsvangwa cerró con una aviso rotundo. “Vamos a dar una advertencia clara a Mugabe, a su esposa y a todos los que quieran asociarse con él: la partida ha terminado”.
Aunque no es aconsejable dar por muerto antes de tiempo a un político que se ha mantenido 37 años en el poder, fuentes militares y del partido se mostraban dispuestas a forzar al abandono de Mugabe en menos de 48 horas. Otros escenarios son más prudentes. Mugabe podría continuar como presidente nominal hasta la conferencia del
Zanu-PF que debe celebrarse en diciembre, donde sería reemplazado por el Cocodrilo Mnangagwa. Algunas versiones señalan que podría seguir en el poder como hombre de paja hasta las elecciones de mediados del año que viene y así dar aspecto de transición democrática al cambio presidencial. Además de querer mantener la imagen de nogolpe, los militares son conscientes de la popularidad que aún conserva Mugabe entre la población, especialmente en zonas rurales, donde se le considera un héroe nacional y incluso una suerte de padre, hermano o guía. Las negociaciones para una salida y blindada para la familia Mugabe y su fortuna también está detrás del lento ocaso de la era Mugabe.
La asonada del ejército ante los intentos de Grace, de 52 años, de obtener el poder también responden a una defensa de intereses particulares. Según un informe de la oenegé Canada Partnership Africa, que trabaja para controlar el origen de los minerales en regiones en conflicto, las élites militares, policiales y políticas de Zimbabue han robado diamantes valorados en al menos 2.000 millones de dólares. “Es quizás el mayor saqueo de diamantes que el mundo ha visto desde Cecil Rhodes”, denunció la organización.
La esfera internacional también
“La partida ha terminado”, advierte al presidente el líder de la asociación de veteranos de guerra
ha dado la espalda al dictador zimbabuense. Si China anunció esta semana que las relaciones entre países –Pekín es el principal socio comercial del país africano– seguirán como antes, ayer el ministro de Exteriores británico, Boris Johnson, dijo que esperaba que la situación en el país mejorara, aunque advirtió del peligro de una transición de un “tirano” a otro. Desde Washington, se urgió a un rápido retorno a la normalidad, pero se subrayó que la situación puede ser una oportunidad para un futuro con elecciones democráticas y respeto por los derechos humanos.
Desde la esfera regional, Mugabe tampoco recibió aire. Si Sudáfrica ya había reaccionado con templanza ante la asonada militar, que no denunció; ayer fue Ian Khama, presidente de Botswana, quien dio la espalda al líder más longevo del mundo hasta esta semana. Khama tildó de “sentido común” la renuncia de Mugabe y le atizó sin piedad: “No creo que nadie deba ser presidente esa cantidad de tiempo. Somos presidentes, no monarcas”.