La Vanguardia (1ª edición)

Llora, sólo eres un despojo

- Mayka Navarro

En estos casos, freno a la fiera que llevo dentro y hablo con uno de mis abogados de cabecera. Resulta que uno de los letrados de los acusados de violar a una joven de 18 años en los sanfermine­s del 2016 contrató a un detective para que espiara a la víctima. El informe fue estratégic­amente filtrado a un medio de comunicaci­ón días antes del juicio que estos días se celebra en Pamplona. Caray. Resulta que la mujer en todo este tiempo ha conseguido rehacer su vida. ¡Pero bueno! Se atrevió a viajar unos días a la playa con unas amigas. Compartió fotos en las redes sociales disfrazada en un carnaval. Pero si hasta resulta que sonríe, y me atrevería a decir hasta parece que está bien. No habíamos quedado que la joven había sido violada por un grupo de cinco hombres que la introdujer­on en un portal y, uno tras otro, la agredieron sexualment­e sin que tuviera capacidad de decir “no quiero”. Porque está claro que si eso te pasa, si cinco tíos te rodean en un espacio angosto y se turnan para usarte a su antojo... (ya les aseguro yo que el sexo consentido, incluso el espontáneo entre desconocid­os que nace en un segundo de escarceo, nada tiene que ver con lo que pasó aquella madrugada en el portal). Pero si eso que no deseabas te pasa tienes que evidenciar el dolor, compartirl­o, salir a la calle para que te vean llorar y, si es posible, vestirte como el despojo humano en que pretenden convertirt­e, no vaya a ser que encima te acusen de seguir provocando. Respiren conmigo. Me dice el abogado, y acierta, que todo el mundo tiene derecho a la mejor defensa. Cierto. Estos cinco también. Y hasta entiendo que el magistrado de Pamplona José Francisco Cobo haya aceptado el informe del detective para evitar que, en un futuro, se anule el juicio y se obligue a repetirlo porque otro juez entienda que se vulneró el derecho de defensa, al no admitir esa prueba. Muy bien. Pero exactament­e por esa misma razón, por qué ese mismo juez no aceptó los mensajes que estos cinco hombres compartier­on las horas y días antes de los hechos que se juzgan, en los que quedaba claro que no iban a San Fermín cómo lo hacemos todos, yo la primera, a disfrutar de una de las mejores fiestas del mundo, sino que ellos sólo pretendían usar cuerpos de mujeres, mejor gordas que son más fáciles, a su antojo.

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