Lecciones de alcaldía
El estreno en el TNC de ‘Parlàvem d’un somni’ se convierte en una clase magistral de un Maragall visionario
“¡Qué momento! ¡Qué concentración de simbolismos!”, dice Ada Colau algo sobrepasada, en el estreno
de Parlàvem d’un somni. Es jueves en el TNC. En escena, esa charla entre Pasqual Maragall y Maria Aurèlia Capmany que ha versionado y escenificado Jordi Coca a partir de las conversaciones que en 1983 sostuvieron el entonces alcalde y su concejal de Cultura, publicadas en
Diàlegs a Barcelona.
Como era de prever, la velada acabará constituyendo un máster de alcaldía. Lecciones de un alcalde visionario que entonces tenía esos cuarenta y pocos que tiene ahora Colau, así como un gran bagaje y un vasto conocimiento de su ciudad. Y, bueno, la determinación para llevar a cabo el complejo proyecto de progreso que tenía entre manos.
“Tindrem problemes amb els de fora i amb els de dins”, le advierte a su amiga intelectual. Pero nada le detendrá y el resultado será la Barcelona olímpica.
Xavier Albertí, director del TNC y artífice del proyecto, da la bienvenida a Colau; también acude a su encuentro Diana Garrigosa, que ha bajado del taxi con Pasqual Maragall, aunque el president se reserva hasta el último minuto para entrar en la sala. “No aplaudáis”, suplica su esposa a un emocionado público.
Una velada con testigos de aquella época. Colau en la fila 5, Xavier Trias dos butacas más allá; Ernest y Pasqual Maragall en el otro extremo, y como prohombres de aquel tiempo, Rubert de Ventós y Bricall.
“No hace mucho me decía Josep Maria Bricall que Catalunya, sin Barcelona, sería como el Alto Adiggio del norte de Italia, en el Tirol, una suerte de curiosidad respetable”, dice Capmany en escena. El diálogo actoral entre Anna Güell y Òscar Intente –quien resuelve con dignidad el comprometido papel de Maragall– suena a veces forzado. Monólogos que traen a colación al cronista Ramon Muntaner del siglo XIV o al Cambó que montó el ático con jardín en una Via Laietana que “se abría para gente importante...”.
Coca se las ingenia para relatar una historia política y social de la ciudad. Y pone en boca de los personajes textos que difícilmente habrían sido hilvanados así en la vida real. Intervenciones a veces necesarias, como la defensa de Maragall de una Barcelona metropolitana, en la que no pone tanto énfasis ahora el equipo de Ada Colau. O como el hecho de que a Pujol “nunca le interesó un país de ciudades fuertes”. Textos, en fin, que buscan respuestas a preguntas del presente... sí, el encaje de Catalunya en España.
“El abuelo Maragall hace una propuesta a España desde Barcelona. Dice: entiende a tus hijos, acércate al mar, mira lo que somos realmente...”. “Pero era otra Barcelona”, alega Capmany. Y recita versos de Joan Maragall: “Quan jo era petit / vivia arraulit / en un carrer negre. / El mur era humit, però el sol hi era alegre.” Pasqual, el auténtico, se anticipa en voz alta a la actriz desde la platea, con su prodigiosa memoria para los poemas y las canciones.
A media función se marcha. Pero su lección brilla e ilumina la platea a oscuras hasta que cae el telón. A Colau se le acumula el trabajo.