Cómo vestir un acto solidario
La Reina viaja a México para asistir a una cumbre contra el cáncer, pero la atención sobre su persona opaca el objetivo de la visita
Letizia ya no es princesa, pero lo fue durante diez años. Ahora es Reina y se nota: como le pasaba a Moisés, las aguas se abren a su paso. Esta semana ha estado en México para asistir a una cumbre mundial de líderes contra el cáncer, es decir una reunión de personalidades comprometidas con el combate contra esa enfermedad. La Reina es presidenta de honor de la Asociación Española de la Lucha Contra el Cáncer pero cuando aceptó el nombramiento lo hizo a condición de participar activamente. Durante su tiempo como princesa prestó los focos que se posaban en ella para alumbrar esa digna causa, pero ahora, con la atención que despierta, la luz que atrae sobre su persona más que deslumbrar corre el riesgo de cegar y opacar sus causas. La Reina tendría razón en quejarse de que estos días se ha hablado más de su querencia por los vestidos sin mangas; de sus musculados brazos; del uso indiscriminado que hace de las joyas más valiosas de la corona y hasta de su tímido baile junto al cantante Taboo, que del propósito de su viaje. Es una cuestión sobre la que debería reflexionar.
En México, la Reina ha hecho muy buenas migas con la princesa
Dina Mired de Jordania, presidenta electa de la Asociación Internacional contra el Cáncer. Una jordana casada con un miembro de la rama iraquí y siria de la familia real hachemita a quien el rey Hussein concedió el título de príncipe de Jordania. Dina tiene un hijo que superó una leucemia y desde entonces es una conocida activista. Puso en marcha una asociación en Jordania y a partir del año próximo presidirá la organización mundial que agrupa a todas las asociaciones nacionales. Cuando Letizia, cubiertos sus hombros y brazos con un chal (el aire acondicionado no perdona), sin estar pendiente de los focos ni de las cámaras, sino de sí misma, hablaba con Dina, desaparecía la reina y destacaba la mujer comprometida.
El estilismo solidario es difícil y lo peor es pecar de overdressed (demasiado arreglado). Margarita
Vargas, la millonaria venezolana casada con Luis Alfonso de Borbón Martínez-Bordiu, acudió a la presentación del rastrillo de Nuevo Futuro, donde colabora junto a la infanta Pilar de Borbón, vestida de Kate Middleton para ir a la Royal Opera House. Debería despedir a su estilista. No es el caso de
María Zurita, hija de la infanta Margarita, quien a los 42 años y soltera ha decidido tener un hijo por inseminación artificial. A María se la suda el estilismo y las convenciones, pero siempre lleva el reloj que le regaló su querida madrina, la reina Sofía, quien por cierto y para tapar la boca de muchos, que dicen saber y no tienen ni idea, anda preparando una sorpresa al rey Juan Carlos que está a punto de cumplir 80 años. ¡Huy!, se me ha escapado.