Neymar amaga, Cristiano pega
El brasileño regatea pero no finaliza mientras el portugués sigue su idilio con el torneo
En el campo un poseedor de cinco Balones de oro y otro que bebe los vientos por tenerlo algún día en sus vitrinas. El representante máximo del campeón de Europa y la niña de los ojos de un aspirante multimillonario. Cristiano y Neymar vivieron a distancia, por su posición sobre el tapete, su propio duelo, el de tratar de decidir, el de convertirse en protagonistas. Al final, aunque durante mucho rato ni se le vio, el triunfador fue el portugués, un auténtico animal de la Champions, su torneo fetiche. Lo chutó todo y metió dos goles, uno de penalti y otro de rebote, pero decisivos. En cambio, Neymar desplegó mayormente fuegos de artificio, aunque participó en el tanto de su equipo.
Uno es arquitecto, el otro finalizador. El uno amaga, finta, regatea. El otro golpea. Sus estilos son antagónicos y más en esta fase de sus carreras. Por esta razón la distinción se expresó sobre el césped desde el minuto uno. Balón que cogía Neymar, balón que quería convertir en un ataque para su equipo a base de regates. No es de extrañar en ese sentido que se estableciera de entrada una caza al brasileño por parte de los jugadores del Madrid. Hasta tres embestidas duras le realizaron en el primer cuarto de hora. Eso sí, alternándose. Una vez fue Casemiro, otra Nacho y la tercera, Modric. Y además, sin tarjeta. El objetivo era que no pasara Neymar. Lo paradójico fue que el exblaugrana se llevó la primera amarilla (justa)
MÁS BONITO QUE EFECTIVO El ex del Barça participó en el gol del PSG pero desplegó fuegos de artificio con poca pólvora
por derribar a Nacho.
En el otro extremo del terreno de juego se lo miraba Cristiano, siempre al acecho, menos participativo pero más vertical para engatillar. Hasta cinco veces ensayó el disparo el portugués antes del descanso. Probar fortuna desde cualquier ángulo es lo suyo, como cuando estrelló un remate en la cara del portero del PSG. Al final encontró premio al transformar el penalti cuando los parisinos ya pensaban en el entreacto. Pisó con tanta fuerza cuando iba chutar que el balón se levantó. Su gol 100 en la Champions con la camiseta blanca era un hecho, el décimo de esta edición, y también el primer tanto de su vida ante el PSG. Mucho más tarde llegaría el segundo.
También Neymar estuvo en la jugada del 0-1 al arrastrar a Nacho, disputarle el balón y retrasarlo de tacón al alimón con el defensa hacia Rabiot. El brasileño pisó área aunque no siempre decidió con buen criterio, como cuando dudó demasiado en una acción franca y a acabó por no disparar ni asistir. Hizo su trabajo pero sin meterse en trifulcas, como si no quisiera convertirse en enemigo público de una afición que quién sabe si algún día será la suya. Camino de los vestuarios al finalizar la primera mitad se le vio caminando abrazado a Cristiano Ronaldo.
Estaba el partido para no arruruleta garse. Neymar lo entendió así y no se escondió en esta fase, aunque le faltó un punto de decisión para rematar. Prefirió activar a sus compañeros. Todo adornado con su particular arte, que incluyó una preciosa o una cabalgada que Nacho cortó por la vía expeditiva de la patada. El delantero hasta fue artífice de la anécdota del partido cuando le propinó sin querer un duro balonazo en el rostro al colegiado.
Como el PSG era más dueño de la pelota Cristiano vivía hibernando, pero de tanto en tanto sacaba el gatillo a pasear. Aunque cuando metió su segundo gol fue de rebote tras un desvío con la mano del portero. Tuvo toda la fortuna del mundo. En cambio Neymar vivió alicaído el tramo final, sin rebelarse ante los designios blancos que tomaba el encuentro. Agachó la cabeza y pareció rendirse. Eso sí, en la última jugada del partido remató arriba. Todavía queda el duelo del Parque de los Príncipes para que se reivindique. Esa noche tendrá que justificar el fichaje que reventó el mercado. Vaya desafío aunque él sabe de remontadas.