Ataque inminente
EE.UU. y sus aliados quieren castigar a El Asad por las armas químicas
Estados Unidos y sus aliados se preparan para lanzar misiles contra objetivos militares sirios
La operación sería limitada en el tiempo y sin el amparo del Consejo de Seguridad de la ONU
Los francotiradores impiden el trabajo de los expertos en armas químicas
“PREPARADOS” El Pentágono espera una decisión de Obama para lanzar misiles desde el mar MULTILATERAL Washington, París y Londres quieren disuadir a Siria del uso de estas armas
Estados Unidos y sus aliados preparan las armas para intervenir en Siria. La opción más probable son bombardeos con misiles lanzados desde el Mediterráneo contra objetivos militares del régimen de Bashar el Asad, limitados en el tiempo y sin el amparo del Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia impediría una resolución.
Los bombardeos, que podrían lanzarse en los próximos días, se ampararían en la necesidad de hacer respetar las normas internacionales que prohíben el uso de armas químicas. El objetivo no es propiciar la caída de El Asad (el Pentágono desconfía de los rebeldes) sino castigar al régimen por la matanza del 21 de agosto en las afueras de Damasco y disuadir a Siria u otros países de usar armas químicas en el futuro.
Antes, el presidente Barack Obama, que en los últimos días ha multiplicado los contactos con sus aliados, quiere presentar a la opinión pública pruebas sólidas no sólo de que hubo un ataque con armas químicas sino de que el régimen sirio fue el responsable.
Algunas fuentes anónimas de la Administración Obama, citadas ayer en los medios estadounidenses, aseguran que la operación podría empezar mañana mismo y durar dos o tres días. Otros indican que EE.UU. y sus aliados esperarán a que los inspectores de armas de la ONU, ahora en Siria, abandonen el país.
El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo que EE.UU. responderá pero el presidente no ha decidido cómo. La opción de enviar tropas, que pondría en peligro vidas estadounidenses y provoca un fuerte rechazo en EE. UU., queda descartada.
“Estamos preparados”, dijo ayer el secretario de Defensa de EE.UU., Chuck Hagel, de visita en Brunei. Hagel añadió que sólo faltan las órdenes de Obama.
“Francia está dispuesta a castigar a quienes han tomado la decisión infame de gasear a inocentes”, dijo el presidente francés, François Hollande, para quien apenas cabe duda de que el régimen sirio es el que está detrás del ataque con armas químicas en los barrios del este de la capital que causó cientos de muertos.
“La masacre química de Damasco no puede quedar sin respuesta”, dijo Hollande en la conferencia anual de los embajadores franceses en el Elíseo.
A su juicio, la guerra civil en Siria, que ha causado ya más de 100.000 muertos, ha empezado a propagarse peligrosamente a toda la región y representa “una amenaza para la paz mundial”. Su resolución –admitió– sólo podrá ser política, pero ésta a su vez –destacó– sólo será posible si la comunidad internacional actúa con “firmeza, claridad y responsabilidad”.
El primer ministro británico, David Cameron, ha convocado mañana al Parlamento, cuatro días antes del final de las vacaciones, para votar sobre la respuesta a la matanza de hace una semana. “Cualquier acción que adopte- mos nosotros u otros debe ser legal, proporcionada y específica para disuadir del uso futuro de armas químicas”, dijo Cameron a la cadena británica BBC.
En los últimos días, Obama ha hablado por teléfono con Hollande, Cameron, el primer ministro australiano Kevin Rudd, y el primer ministro canadiense Stephen Harper. Si finalmente lanzan la intervención, llegará tras dos años y medio de pasividad de la comunidad internacional.
Que sea una misión limitada, quirúrgica y sin un objetivo definido suscita interrogantes sobre su desenlace. ¿Cómo responderá Siria? ¿Rusia? ¿Irán? ¿Qué considerará Washington una victoria?
La intervención no buscará, al parecer, destruir los almacenes de armas químicas del régimen sirio, según fuentes de la Administración citadas por The New York Times. Esta opción crearía un riesgo de catástrofe medioambiental y humana, y podría poner el material en manos de terroristas, según estas fuentes.
Los objetivos –no más de 50 en una primera ronda, siempre se-
gún el Times– serían las unidades militares que han atacado con armas químicas y los cuarteles que han coordinado estos ataques.
La eficacia de estas misiones es dudosa. Entre 1991 y el 2009, EE.UU. lanzó 36 operaciones de este tipo, según un recuento de Micah Zenko, experto del laboratorio de ideas Consejo sobre las Relaciones Exteriores. La mitad alcanzaron sus objetivos militares, pero sólo un 6% los políticos. Zenko explica en su libro Between threats and war (Entre amenazas y guerra) que estas misiones suelen ser agradecidas para los gobernantes: no causan bajas propias, tiene escaso coste político y permiten demostrar fuerza y decisión. La cúpula militar estadounidense, en cambio, las ha visto siempre con recelo. En una carta al Congreso, en julio, el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Martin Dempsey, advirtió de los riesgos, entre ellos los daños colaterales, el eufemismo para los muertos civiles en los bombardeos.
Otro problema es la legalidad de la operación. EE.UU., Francia y Reino Unido invocan las normas internacionales (el protocolo de Ginebra de 1925 y la convención de las Armas Químicas de 1993), pero es poco probable que logren la autorización del Consejo de Seguridad, como sí ocurrió con Libia en el 2011.
El antecedente de Iraq –cuando EE.UU. fue a la guerra con pruebas fraudulentas sobre armas de destrucción
JUSTIFICACIÓN Los aliados aluden a la norma internacional contra las armas químicas HOLLANDE “El derecho internacional no puede ser pretexto para no actuar”
masiva– obliga a la Administración Obama a ser muy cuidadosa a la hora de presentar los argumentos para meterse en el conflicto sirio. La Casa Blanca ha estudiado el precedente de la intervención en Kosovo, que se justificó por su carácter multilateral y la necesidad de detener una matanza.
Hollande juzgó ayer intolerable que un gobierno recurra a armas de destrucción masiva contra su propia población y apeló a la doctrina de la ONU Responsibilidad de proteger –a la población civil– en caso de conflicto armado como justificación de la intervención. “Francia defiende el principio del respeto a la legalidad internacional”, dijo. “Pero el derecho internacional también debe evolucionar y no puede ser un pretexto para no actuar”. Una objeción con la que pretende salvar –moral y políticamente– el veto de Rusia en la ONU.