Los controles fronterizos se extienden por Europa
Austria, Eslovaquia, Holanda y Hungría imitan la medida alemana La UE rechaza las cuotas de asilo tras un duro debate
Muros que proliferan.
El Gobierno húngaro valló ayer el último tramo que quedaba pendiente en la frontera con Serbia para frenar el paso de los refugiados. En la imagen, un destacamento militar cerca de la valla en Röszke
La gestión del mayor flujo de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial ha derivado en un fenomenal desbarajuste para el que la Unión Europea no acaba de encontrar remedio. La situación política y sobre el terreno se complica día a día. Mientras decenas de miles de personas continúan su penosa e incierta ruta por Europa rumbo a Alemania, animados por la apertura de su gobierno a dar asilo a los sirios que lo necesiten, varios gobiernos europeos siguieron el ejemplo de Berlín y decretaron ayer controles fronterizos en distinto grado para tratar de manejar los flujos migratorios y desincentivar las llegadas.
El futuro de la zona Schengen, el espacio europeo libre de fronteras interiores, está en el aire. La decisión de Berlín ha tenido un efecto dominó. Austria envió el ejército a la frontera y, al igual que Eslovaquia, Hungría, Holanda y Finlandia, decidió instaurar controles aleatorios y puntuales en sus puntos de entrada. Francia y Bélgica no descartan imitarles. “Si no encontramos una solución, será el caos en las fronteras, se producirá un efecto dominó y, así, ya podemos olvidarnos de Schengen, advirtió el ministro luxemburgués de Interior, Jean Asselborn, al comienzo de la reunión extraordinaria convocada para buscar soluciones a la crisis.
Tras un duro y largo debate, los gobiernos fueron incapaces de aceptar la acogida obligatoria de 120.000 personas más y se opusieron con aún más vehemencia a la creación de un mecanismo permanente para en el futuro repartir au Berlín “debería tomáticamente, mediante cuotas por países, a quienes llamen a sus puertas en busca de asilo. La presión de Bruselas, Berlín y París no dio resultados. El debate ha quedado aplazado a octubre, aunque no se descarta convocar una cumbre extraordinaria de líderes para desbloquear la negociación.
El golpe de efecto de Alemania de reinstaurar por sorpresa los controles en su frontera con Austria no ablandó la negativa de los países del Este (Hungría, Eslovaquia, República Checa, Rumanía y Polonia) a verse impuestos cualquier tipo de cuota de refugiados por parte de Europa. La gestión alemana de la crisis le valió algunos reproches. reflexionar sobre si debe cambiar su enfoque, porque hacer declaraciones diciendo que en la UE estamos dispuestos a aceptar una ola descontrolada de personas es lo que lleva a decisiones drásticas” como el cierre temporal de fronteras, criticó el ministro polaco de Asuntos Europeos, Rafal Trzaskowski.
Los países del Este temen que la iniciativa de las cuotas, incluso su mero anuncio, tengan un efecto llamada, y exigen que antes de dar cualquier paso en esa dirección se adopte medidas para mejorar el control de la frontera exterior y en-
La UE pacta el reparto voluntario e inmediato de 40.000 refugiados y aplaza la decisión sobre el cupo de 120.000
durecer el control de la inmigración irregular. En este sentido, los ministros pactaron acelerar la apertura de centro de acogida de extranjeros en Grecia e Italia, para cribar allí las solicitudes de asilo y gestionar sin demora la devolución de las personas que no cumplan las condiciones y estén en situación irregular.
Los ministros de los 28 ratificaron su decisión de julio de dar protección a unos 32.500 refugiados (reparto del que los países del Este se desmarcaron) y se comprometieron a pactar antes de diciembre la redistribución de unos 7.500 más para alcanzar el cupo de 40.000 previsto en la primera propuesta de Bruselas de reparto de solicitantes de asilo. Y dejando claro que se trata de una decisión voluntaria, sin aceptar el principio de las cuotas.
España, que antes del verano rechazaba la idea de las cuotas y sólo aceptó acoger a un tercio de los refugiados que se le asignaba, ha dado un giro de 180º en su postura en las últimas semanas y ayer respaldó sin fisuras la iniciativa. “Una situación excepcional como la que estamos viviendo en Europa exige una respuesta extraordinaria desde la responsabilidad compartida y la responsabilidad”, defendió anoche el ministro Jorge Fernández Díaz durante un receso de la negociación.
El Gobierno español calcula que este año concederá protección a alrededor de 35.000 personas. La cifra tiene en cuenta, por un lado, las cuotas asignadas por la Comisión a España dentro de los programas de reparto de refugiados (hay acuerdo ya para acoger a 17.000, aunque la cifra podría elevarse al final a unos 20.000) y, por otro, las solicitudes que el Ministerio del Interior prevé recibir en territorio español, unas 17.000. “La mayoría que prevemos son sirios y la concesión del estatuto de refugiado se está dando a la mayoría”, explicó Fernández Díaz.
El auge de la ruta balcánica entre los refugiados, ante la incapacidad de Grecia de controlar su extensa frontera exterior, ha elevado la presión sobre Hungría y países extracomunitarios como Serbia y Macedonia. A pesar de que el Gobierno alemán asegura que seguirá dejando entrar a quienes busquen asilo, la imposición de controles fronterizos intensificó ayer la llegada de personas desde Serbia. A las dos d la tarde de ayer, se había contabilizado 7.437 personas cruzando hacia Hungría, superando el récord registrado el día anterior (5.809).
El Gobierno húngaro terminó ayer de vallar el último tramo de sus 175 kilómetros de frontera con Serbia y ha adoptado varias iniciativas legislativas con las que espera disuadir a los refugiados de pasar por su territorio. Desde hoy, toda persona que haya cruzado la frontera de forma irregular podrá ser arrestada y juzgada . En paralelo, en una interpretación de las normas de asilo que plantea dudas a los expertos, las autoridades húngaras van a empezar a devolver a Serbia a los deman- dantes de asilo que entren por este país para solicitar allí protección. El primer ministro, Viktor Orbán, sugirió anoche en televisión que podría decretar el “estado de crisis” para tener más margen con que hacer frente a la crisis.
Entre tanto, la UE intenta recuperar el control de la situación actuando desde varios frentes, incluido el desmantelamiento de las redes de tráfico de personas. Ayer sí hubo acuerdo para autorizar a la misión naval europea en el Mediterráneo a pasar a una nueva fase que incluye el recurso a la fuerza militar
Hungría termina la valla de su frontera con Serbia y sopesa declarar el ‘estado de crisis’
para actuar contra los traficantes de personas. La decisión permitirá a los barcos de guerra europeos interceptar, inspeccionar, desviar y capturar las embarcaciones sospechosas de servir para el transporte ilegal de personas. La operación cuenta con una limitación importante: sólo puede actuar en aguas internacionales, no en aguas de Libia como es la intención de la UE, ya que ni el país afectado ni Naciones Unidas han dado su autorización.
En marcha desde junio, la operación ha permitido el rescate de 1.500 personas, aunque no se trate en principio de una misión de búsqueda y salvamento como si lo era la que antes llevaba a cabo Italia a raíz de una dramática serie de naufragios. “En al menos 26 ocasiones”, explicó ayer la alta representante europea de Política Exterior, Federica Mogherini, se podría haber detenido a traficantes. La tercera fase de la operación, todavía no activada, prevé inutilizar las embarcaciones de los traficantes.