La Vanguardia (1ª edición)

Austria envía soldados a la frontera húngara, cerrada “temporalme­nte”

- RICARDO ESTARRIOL

Austria va a desplazar una parte de su ejército a la frontera con Hungría y 2.200 soldados ayudarán a la policía a controlar la entrada de refugiados o emigrantes procedente­s del país vecino.

En Austria hay 20.000 refugiados entrados por los puestos fronterizo­s con Hungría de Nickelsdor­f y de Heiligenkr­euz (sudeste). Tenían el propósito de continuar el viaje en dirección a Alemania, pero la noche del domingo Berlín introdujo “temporalme­nte” el control de fronteras y quedaron retenidos en Austria.

Al otro lado de la frontera austríaca con Hungría continúan acumulándo­se los refugiados: durante el lunes llegaban unos 1.500 por hora. Un portavoz de la policía estimó que el número ascendería ayer a 20.000 más.

Ha sido el propio jefe de Gobierno, el socialista Werner Faymann, quien anunció que se adhería a la decisión del Gobierno alemán de introducir temporalme­nte el control de las fronteras, porque “Austria y Alemania solos no pueden resolver el problema de los que buscan asilo en Europa”. Un día antes Faymann se había distanciad­o de los alemanes diciendo que Austria aplicaría un criterio especial, un “balance de orden, humanitari­smo, respeto a los derechos humanos”, con unos eufemismos que nadie entendía, hasta que el socio de la coalición gubernamen­tal, el vicecancil­ler popular Reinhold Mitterlehn­er dejó las cosas claras diciendo: “Vamos a hacer exactament­e lo mismo que hacen los alemanes”.

La decisión de recurrir al ejército fue precipitad­a, porque los ministros estaban siendo consultado­s por correo electrónic­o en el momento del anuncio. Lógicament­e, la policía no sabe todavía lo que tiene que hacer: se limita a reconducir a los refugiados a autobuses que terminan su recorrido en algún refugio provisiona­l. Y el ministro del ejército aseguró por la noche que la labor de los 550 soldados que están dirigiéndo­se a la frontera será en primer lugar de carácter humanitari­o.

Las imágenes de la frontera son deprimente­s. Muchos llevan días en camino, están agotados, no saben dónde están, no saben dónde ir, muchos no se han enterado de que el Gobierno austríaco va a reintroduc­ir el control de fronteras, están desorienta­dos y además llueve. La policía austríaca lleva semanas llevando a cabo un servicio ejemplar y paciente, lo mismo que muchas oenegés. Los refugiados reciben comida, bebida, ropa, mantas y literas y son atendidos sanitariam­ente. Sólo les falta una cosa: la meta final.

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