El aula de Ana Pastor
Con las entrevistas de Ana Pastor siempre me pasa lo mismo: me pone muy nervioso, pero no puedo dejar de mirar. Y volvió a sucederme con su entrevista a Artur Mas en El objetivo (La Sexta, domingo noche). Cada vez que Ana Pastor desafía a un entrevistado y le interrumpe, habla encima de sus respuestas, le corta, le desaira, le desplanta..., me incomoda. Pero sigo mirando, por ver qué pasa. Ana Pastor tiene un guion de hierro, persigue con terquedad un objetivo y se impacienta y contraria mucho si el entrevistado no confirma sus suposiciones, si no sigue su argumento, si no asiente. El pobre Artur Mas le planteó si podría hablar de las eventuales ventajas de la independencia, y ella le quitó el caramelo, le palmoteó la manita y le dio en los morros con este aserto: “Eso sería propaganda”. Y puede que tenga razón. Pero es un error no aprovechar lo que Mas quiera decir para entender sus motivos y poder repreguntarle. Yo entiendo que Ana Pastor sigue a rajatabla aquella máxima de lord Northcliffe que nos enseñaron en la facultad de Periodismo: “Información es todo aquello que alguien no quiere contar, el resto es propaganda”. Y Ana Pastor
Ella es tan impaciente que no permite a Mas que exponga sus motivos para luego buscarle las cosquillas
entrevista para evitar esta idea de propaganda, convencida de que si Mas quiere contar algo, hace propaganda. ¡De acuerdo, Ana, pero una entrevista no es un aula de la facultad! Deja que Mas diga, y búscale luego las cosquillas. Porque los desinformados telespectadores españoles (no los catalanes, pero la entrevista era para toda España) se quedaron los pobres sin saber por su boca por qué Artur Mas se ha metido y nos ha metido en este enredo electoral tan singular y con tan impredecibles consecuencias para todos. Y eso es un resbalón periodístico, porque es dejar la entrevista a medias. Felicidades, eso sí, por el éxito de audiencia.