Un error del ejército egipcio
UN convoy integrado por cuatro todoterrenos que circulaban por el Desierto Occidental fue atacado por la aviación egipcia, el domingo a primera hora de la tarde. Doce personas fallecieron en dicho ataque. Otras diez resultaron heridas y fueron hospitalizadas. Buena parte de las víctimas son de nacionalidad mexicana, integrantes de una expedición turística. Las fuerzas aéreas egipcias creyeron tener ante ellas un grupo de yihadistas, con los que a menudo mantienen enfrentamientos en esa área. Obviamente, se equivocaron de objetivo. Los fallecidos no pertenecían a los grupos terroristas que operan en la zona, hostigando a las fuerzas egipcias, a las que han causado ya cientos de bajas. Por el contrario, los muertos formaban parte del menguante contingente turístico que todavía sigue visitando el país de los faraones.
Los turistas fallecidos en este ataque, también los guías egipcios que los acompañaban, son obviamente las primeras víctimas que cabe lamentar de esta acción militar. Pero este caso va a suponer también un nuevo y duro golpe para la industria turística de Egipto, que junto a la agricultura y las divisas que remiten los emigrantes es uno de los principales sostenes de la economía nacional.
Desde que los militares acabaron en el 2013 con el régimen islamista de Mohamed Morsi, la actividad yihadista se ha recrudecido en Egipto, con sucesivos ataques a contingentes policiales y militares. La sensación de inseguridad en el país se ha incrementado. Y, en consecuencia, la caída del sector turístico ha sido constante en los últimos ejercicios.
Pese a estos riesgos, el año pasado se contabilizaron unos diez millones de turistas en Egipto. La cifra supone una bajada notable respecto al ejercicio del 2010, cuando se recibieron alrededor de quince millones. Ya era suficientemente preocupante, y disuasorio, para los turistas potenciales que una visita al país africano pudiera terminar con un fatal atentado terrorista. Pero el hecho de que esta vez las víctimas mortales se deban a un error del ejército egipcio no ayudará a remontar la curva descendente del negocio turístico.
Cualquier destino turístico debe garantizar la seguridad de sus visitantes. Y con mayor motivo Egipto, dada su importancia en el mundo árabe y, también, la naturaleza de su sistema político actual. El jefe del ejército, Abdul Fatah al Sisi, asumió formalmente el poder en el 2014 con la promesa de estabilizar el país. Y lo que indica un suceso tan lamentable como el del domingo es que no está cumpliendo su compromiso.