Las amantes del subtexto
La serie de asesinatos ‘Rizzoli y Isles’ toma el relevo de ‘Xena’: su público más entregado pide que se asuma la relación lésbica de las protagonistas
“Incluso si tuviera un ejército entero rodeándome, me daría cuenta de que no estás”, le decía Xena, la princesa guerrera a su amiga Gabrielle en uno de los diálogos más recordados. No era muy difícil adivinar que había algo implícito en cada guion y que obsesionaba a un sector de su público: la relación entre las protagonistas era algo más que amistad en la Grecia antigua y probablemente soñaban con retirarse en la isla de Lesbos. Pero aquellos que se diviertan con el subtexto no están huérfanos. Mientras que vendieron Rizzoli y Isles como una serie de policías en clave femenina, hay quienes ven una relación de la misma naturale- za entre la detective Jane Rizzoli y la forense Maura Isles.
Sólo hay que echar un vistazo en AfterEllen, la página sobre cultura pop más influyente entre la comunidad lésbica estadounidense, que publica resúmenes de la serie que cada semana analizan el subtexto. Ahora que el canal Calle 13 estrena la sexta temporada (esta noche a las 22.20 h) es el momento perfecto para poner a prueba su teoría. Según la web, cada hombre que aparece en sus vidas no está a su altura o es emocionalmente inaccesible, y sirve como coartada para que sigan ocultando su verdadera condición. La dinámica entre Rizzoli y Isles tiene una cotidianidad impropia en mujeres de su edad, y una química de tintes románticos (la sombra de Fox Mulder y Dana
Scully en Expediente X y de Temperance Brennan y Seeley Booth en Bones es demasiado alargada). Pero además los diálogos de la guionista Janet Tamaro obligan a plantearse la inocencia de la relación.
Se sueltan halagos cada dos por tres (y se ayudan a quitarse los vestidos), desayunan juntas todas las mañanas y hay celos cuando un hombre (o un psicópata) aparece en escena. Mientras que la actriz Sasha Alexander se divierte con la idea y deja la puerta abierta, Angie Harmon no está por la cuestión. Según ella, una confesada republicana, ni tan siquiera tiene importancia, que es una forma fina de decir que ella interpreta un personaje heterosexual y que no está interesada en dar el salto.
“Rizzoli y Isles hace un uso flagrante del subtexto para aguantar la audiencia: han visto que así la rejuvenecen y hacen ruido en internet”, explica Sara Romeo, directora de la página Hay una lesbiana en mi sopa. Pero, en su opinión, las protagonistas jamás pasarán de la zona de amigas y el flirteo “no es honesto con la audiencia porque genera falsas esperanzas”. “No sé si este subtexto me parece ofensivo pero sí caduco a estas alturas de la historia, en la que estamos alabando día sí y día también series con repartos tan corales e inclusivos como Orange is the new black y Transparent”, aclara. Al fin y al cabo, cuando Xena y Gabrielle flirteaban, eran los noventa, cuando las cadenas defendían que el público no estaba preparado. Poco después llegaría The
L Word, que exploraría el lesbianismo sin tapujos en un canal de cable como Showtime, y actualmente hay muchos ejemplos de ficciones que no temen la sexualidad de sus personajes. Series adolescentes como Los 100 y Las farsantes tienen protagonistas bisexuales, y una serie de animación infantiles como Steven Universe y
La leyenda de Korra tienen personajes femeninos que mantienen relaciones con otras mujeres. Incluso Renée O’Connor, que interpretaba a Gabrielle, afirma constantemente que su relación con Xena era tan explícita que ni entraría dentro de la definición de subtexto. Pero Rizzoli y Isles, una serie adulta, todavía no se atreve a enfrentarse al Gayzzoli, como lo llaman sus fans. Quizá es hora de que resucite Xena, como se rumorea que podría suceder, para dar guerra y de paso demostrarles cómo dar el paso.