Can Framis explora la cara oculta de Bigas Luna
La obra secreta del fallecido cineasta se exhibe en Barcelona
A Bigas Luna le gustaba moverse por la fina línea que separa la luz del día, el cuerpo de la mente, el alma del sexo. Su cine mostraba una evidente obsesión por los extremos, y en medio del encontronazo creativo –ahí donde la razón y la pasión chocan y echan chispas– daba Bigas lo mejor de sí mismo. Películas como Bilbao (1978), Lola (1986) y Jamón, jamón(1992), sin olvidar, ya en su última etapa, Son de Mar (2001) o Yo soy la Juani (2006), están ahí para demostrarlo.
Y es que en la confrontación de los opuestos encontró el cineasta –fallecido en abril del 2013, hace ya dos años y cuatro meses de eso– la fuerza que lo alimentaba para seguir creando. Una fuerza que se hace evidente, también, en su faceta menos conocida de creador plástico.
El Museu Can Framis ha reunido, en el inicio de la temporada, una buena muestra de la obra plástica de Bigas Luna. Una exposición que se puede considerar la primera gran retrospectiva de la labor de un artista como Bigas, que en contadas ocasiones había expuesto su trabajo.
Él propio Bigas hablaba de esa característica –de esa necesidad– de explorar los extremos en los descansos de sus rodajes, cuando reflexionaba sobre la naturaleza dual de su propio nombre: sobre la solidez y la razón que hay detrás de su parte, digamos, Bigas. Y también sobre el sueño y la maravilla de su lado Luna, allí donde residía su sensibilidad más exacerbada.
Fue Bigas, a pesar de su gusto por los extremos, un poeta razonable, cada vez con una sensibilidad más propia del campesino soñador en que se había transformado en los últimos años: algo que se ve en su obra artística, apegada a la tierra como muestra la exposición.
Tan sólo hay que reparar las esculturas hechas de guiones y piedras –al inicio de la muestra de Can Framis– abandonados a la intemperie durante años. El tiempo ha fusionado los guiones con el paisaje, e incluso los caracoles los han tomado como su casa.
Los cuadros, por su parte, no son sólo cuadros. Son una mezcla de pintura y tierra, en la mejor tradición materialista, que remite a artistas como Tàpies o Barceló. Sin olvidar, según los expertos, la influencia omnipresente de Miró.
La faceta lunar, por tanto, esta también presente en su faceta de artista plástico. “Algo que hacía de una forma continua, sin la responsabilidad que supone una producción cinematográfica, donde hay implicadas muchas personas y tanto dinero por medio”, recuerda Celia Orós, viuda de Bigas.
Durante los rodajes, para relajarse, recuerda Orós, Bigas pintaba en los descansos. Y señala un dietario (incluido en la exposición de Can Framis) en el que el cineasta apuntaba sus pensamientos; quizá una sola frase acompañada de un dibujo. “Bigas no necesitaba exponer; para él lo más importante era el proceso de creación de su obra”, afirma Celia Orós, que tiene dos almacenes llenos con obras plásticas de Bigas, “en proceso de catalogación”. El artista experimental que fue Bigas Luna en sus inicios, antes del cine, también está presente en obras como Collar de moscas, donde la interacción tiene mucho que ver. Como en Cares de l’ànima, colección de miles de supuestos retratos de pocos trazos, en los que el público podía colaborar mediante el ordenador.
En Sitges se estrenará Segon origen, dirigida por Carles Porta, la adaptación de la obra de Manuel de Pedrolo en la que Bigas trabajó hasta el final de su vida. “Es una maravilla”, afirma Celia Orós. “Estoy segura de que Bigas hubiera estado satisfecho del resultado”.
Sitges estrenará ‘Segon origen’, un proyecto iniciado por el director fallecido en abril del 2013