Gana Nole, pierde el público
Las caras del US Open son rostros reconocidos. En una multitud de más de veinte mil personas y pico –todo vendido en el Arthur Ashe–, se reiteran las estampas de famosos del cine, la televisión, la moda, el deporte o celebrities en sentido general.
A David Beckham lo acompaña la poderosa señora de la moda, Anna Wintour, intercalada entre el exfutbolista y Victoria, su diseñadora esposa. Sean Connery, Hugh Jackman, Bradley Cooper..., todos sonríen. Todos, excepto Leonardo DiCaprio, que al captarle las cámaras oculta su rostro detrás de la gorra.
El gesto de desdén de DiCaprio viene al pelo para ilustrar la crítica a la masa. Los espectadores, en genérico, dan una imagen deplorable, lejos del supuesto fairplay asociado al tenis.
El fervor popular se decanta por Roger Federer, en el último suspiro de su crepúsculo y en demolición por la frescura de Novak Djokovic. Los fallos del primer saque de Nole se aplauden a rabiar. Hay gritos de “haz doble falta” y voces que le interrumpen iniciada la maniobra del servicio. Eva Asderaki-Moore, la primera mujer que arbitra una final masculina en Flushing Meadows, se emplea a fondo con los please frente a la mala educación.
En la entrega de premios, Djokovic imparte otra lección de elegancia. Se deshace en elogios hacia su rival y evita aludir al público. Federer deja varias parrafadas antes de felicitar a su rival, que le ha ganado a él y a la masa.