Los detenidos en el sur de Francia preparaban un atentado inminente
Un joven de 20 años, posible kamikaze, y una muchacha de 16, su prometida
Tres hombres de 20, 26 y 33 años y una muchacha de 16 fueron detenidos ayer en un operativo antiterrorista en los alrededores de las ciudades de Montpellier y Sète, en el sudeste de Francia, sospechosos de preparar lo que el ministro del Interior francés, Bruno Le Roux, describió como “un atentado inminente”.
El más joven de los hombres detenidos, del que se conoce su nombre de pila, Thomas, podría haber sido el proyectado kamikaze. Los investigadores trabajan sobre la hipótesis de que la muchacha de 16 años, de nombre Sara, debía casarse con Thomas antes del ataque y huir a continuación a Siria o Iraq. Sara había prestado juramento ante el Estado Islámico recientemente.
Las detenciones de ayer se produjeron al filo de las 10 de la mañana en las localidades de Marseillan, Clapiers y Montpellier. La primera es un arrabal de Sète, la segunda queda a diez kilómetros de Montpellier. En el domicilio de Thomas se encontraron 71 gramos del explosivo TATP, componentes para obtener más (agua oxigenada y acetona), así como jeringas, guantes de protección e instrucciones para la fabricación, señaló una fuente judicial. Los cuatro se comunicaban vía la red encriptada Telegram. El operativo se aceleró el jueves al comprobarse las compras de los componentes del TATP.
Fuentes judiciales aventuraron ayer tarde que el objetivo del atentado podía ser un escenario turístico de París. El primer ministro, Bernard Cazeneuve, no quiso especular sobre este extremo. El viernes de la semana pasada, 3 de febrero, el egipcio Abdallah El Hamahmy, intentó acuchillar a una patrulla de soldados en los accesos al Carrousel du Louvre, el concurrido centro comercial que hay bajo el museo del Louvre. Era la primera vez que un lugar turístico era escenario de una intentona en París, algo que en Niza se recuerda perfectamente por el atentado contra la aglomeración del 14 de julio en el paseo de los Ingleses.
Niza celebra hoy la 133.ª edición de su popular carnaval, la cita invernal más importante de la Costa Azul. El impacto de aquel atentado con un camión atropellando a la multitud, que dejó 86 muertos y más de 300 heridos, sigue bien fresco en las memorias.
Ayer se retiraron las piezas más perennes del improvisado memorial ciudadano (escritos, fotos, velas, poemas, ositos de peluche), emplazado en el quiosco de música de los jardines de Alberto I, junto al paseo de los Ingleses. Las piezas se han trasladado provisionalmente a un almacén de la cercana localidad de Saint-Laurent-du-Var, donde se han guardado en 150 cofres, como se hizo en París, un movimiento que “ha suscitado mucha nostalgia y tristeza”, explica Emilie Petitjean, presidenta de la asociación de víctimas que perdió a su hijo de diez años en el atentado.
Las fuertes medidas de seguridad y la psicosis de atentado han deslucido el carnaval. Hay un 40% menos de reservas turísticas en comparación a años anteriores y sobre todo se ha demolido mucha espontaneidad.
El carnaval de la ciudad se celebraba con gran animación de forma muy descentralizada en los barrios. Ahora se ha acotado un perímetro de seguridad, alrededor de la plaza Massena, por el que transitarán las carrozas. La entrada en la zona se hará tras pasar un fuerte control con registros y cacheos. Se han publicado siete páginas de instrucciones entre las que destaca la advertencia de que no se permitirán aquellos “disfraces que se presten a confusión”. Solo podrán desfilar disfrazadas en la zona las personas que previamente se hayan registrado en línea.
La seguridad desvirtúa la 133.ª edición del popular carnaval de Niza, mayor evento invernal