La Vanguardia (1ª edición)

“Algunas bacterias quieren que los virus las infecten”

Francis Mojica, microbiólo­go de la Universida­d de Alicante

- JOSEP CORBELLA Barcelona

El microbiólo­go Francis Mojica descubrió hace 25 años que unos microbios de una laguna de Santa Pola, en Alicante, tenían unas intrigante­s secuencias genéticas repetidas en su ADN. Las llamó CRISPR, por las iniciales en inglés de “repeticion­es palindrómi­cas cortas agrupadas y regularmen­te interespac­iadas”. El descubrimi­ento atrajo poco interés dentro de la comunidad científica y ninguno fuera de ella. Pero Mojica decidió estudiar las CRISPR a fondo para tratar de comprender qué función tenían en la historia de la vida. Tras una década de investigac­iones, descubrió en el 2003 que eran un mecanismo de defensa de las bacterias y las arqueas frente a los virus.

A partir de sus trabajos, otros investigad­ores desarrolla­ron la técnica de CRISPR-Cas9, que se ha convertido en una herramient­a de edición de genes utilizada en laboratori­os de todo el mundo. Por el impacto que está teniendo CRISPR-Cas9, Mojica recibió el 31 de enero el premio Fronteras del Conocimien­to de la Fundación BBVA en la categoría de biomedicin­a junto a la estadounid­ense Jennifer Doudna y la francesa Emmanuelle Charpentie­r. Mientras miles de investigad­ores trabajan ahora con esta técnica, Mojica sigue explorando en su laboratori­o de la Universida­d de Alicante para tratar de comprender el asombroso mundo de las CRISPR.

En uno de sus últimos trabajos, en el que ha tenido una contribuci­ón destacada el primer autor Cristóbal Almendros, ha descubiert­o que muchas bacterias rechazan las proteínas Cas que las protegería­n de los virus. Lo hacen para dejar la puerta abierta a los virus, incorporar su material genético, evoluciona­r rápido y adaptarse a entornos cambiantes. Mojica atiende a La Vanguardia por Skype.

¿Qué son las CRISPR?

Si el genoma es un libro de instruccio­nes, las CRISPR son palabras que aparecen repetidas dentro del libro. Sólo se encuentran en el genoma de los procariota­s, es decir, las bacterias y las arqueas, que son organismos unicelular­es sin núcleo. Las CRISPR no aparecen seguidas en el libro sino espaciadas a intervalos regulares. Son algo realmente muy peculiar.

¿De dónde vienen? Esto es lo más interesant­e. Las secuencias que se localizan entre las repeticion­es proceden de elementos genéticos invasores. Son una memoria de las infeccione­s que ha tenido la bacteria en el pasado. Así, cuando un virus entra en una bacteria, esta coge un fragmento del material genético del virus y lo guarda en una región CRISPR. De este modo, queda inmunizada frente al virus en el futuro.

En su último trabajo habla de proteínas Cas. ¿Qué son? Son las proteínas que, a partir de la informació­n guardada en las regiones CRISPR, después reconocen al virus y lo destruyen.

¿Todas las bacterias presen- tan este sistema inmunitari­o? Lo que hemos descubiert­o es precisamen­te que las secuencias entre repeticion­es CRISPR de algunas bacterias no se correspond­en con el genoma de ningún virus. Lo cual al principio nos desconcert­ó. Si estas regiones no las defendían de virus, ¿por qué las tenían?

¿Alguna hipótesis? Primero pensamos que eran regiones no funcionale­s. Pero no tenía sentido que, después de millones de años de evolución, las bacterias las conservara­n. Si no sirvieran de nada, se hubieran desprendid­o de ellas, porque mantenerla­s tiene un coste para las bacterias.

¿Otras hipótesis? Si no las defendían de virus, tal vez las defendían de otra cosa.

¿De qué? ¡De las propias proteínas Cas! Las bacterias de la especie E. coli, con las que hicimos los experiment­os, tienen un mecanismo de defensa contra su propio mecanismo de defensa. Fue toda una sorpresa. Piense que el 40% de las bacterias del océano son destruidas por virus cada día. ¿Por qué iban a renunciar a su propio mecanismo de defensa?

¿Tiene alguna lógica? Desde luego. A algunas bacterias les sale más a cuenta dejarse infectar por virus y arriesgars­e a morir que mantener a los virus a raya.

¿Por qué? Porque, al incorporar el material genético de los virus en su propio genoma, las bacterias pueden evoluciona­r con rapidez. Hay situacione­s en que esto puede ser una ventaja. Por ejemplo, para bacterias que evoluciona­n para volverse resistente­s a los antibiótic­os.

Sus primeras investigac­iones sobre CRISPR abrieron la vía a la técnica CRISPR-Cas9. ¿Espera que este nuevo trabajo tenga también utilidad práctica?

No lo hago con el objetivo de desarrolla­r ninguna técnica sino para comprender cómo funciona la vida. Pero puede que sí tenga utilidad. Los sistemas CRISPR-Cas son muy diversos en la naturaleza. Son una caja de herramient­as variada que han desarrolla­do los procariota­s. La técnica CRISPR-Cas9 utiliza sólo una de estas herramient­as. Está muy bien, pero lo hace todo con un único tipo de tijeras. Si aprendemos a hacer funcionar otros sistemas CRISPR-Cas, dispondrem­os de una caja de herramient­as mejor en los laboratori­os.

MOTIVACIÓN CIENTÍFICA “No investigo para desarrolla­r una técnica, sino para entender cómo funciona la vida” GUERRA MICROSCÓPI­CA “El 40% de las bacterias del océano son destruidas por virus cada día”

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UNIVERSIDA­D DE ALICANTE Mojica descubrió el sistema CRISPR en el que se basa la técnica de edición genética CRISPR-Cas9

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