La Vanguardia (1ª edición)

La patada como negocio

- Rosa Salvador

Tener un techo bajo el que vivir en el entorno de Barcelona es caro, y está fuera del alcance de muchas personas, aunque la Constituci­ón reconoce el derecho a la vivienda. El problema es real, y ha marcado iniciativa­s oficiales, como los planes de vivienda, y ciudadanas, como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Y su triunfo, aupando a la alcaldía de Barcelona a Ada Colau, ha girado la opinión pública y las institucio­nes en contra de los propietari­os de vivienda, ante un deudor que no paga o un inquilino moroso, pero también ante la ocupación de pisos. “Lo primero que hacemos cuando nos entra un piso en venta en el que ya no viven es contratar una alarma conectada a la policía”, señala un directivo de una inmobiliar­ia de Barcelona. Y cuenta un ejemplo: tras haber vendido un piso, el cliente fue a tomar medidas para encargar los muebles, unos días antes de firmar la escritura, y encontró la vivienda ocupada. “Fuimos a la policía, pero no pudimos hacer nada. Nos dijeron que presentára­mos una denuncia en el juzgado, que hubiera tardado un año en dejar el piso libre. Para poder vender el piso no tuvimos otro remedio que pagar al ocupador para que se fuera”. El individuo se llevó varios miles de euros. “Y a por otro. Para alguna gente esto se ha convertido en un negocio”.

Hay ya expertos en entrar en pisos en venta y extorsiona­r a los propietari­os

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