Decidir libremente
Soy madre de un niño que en marzo cumple cuatro años, divorciada hace dos, trabajadora por cuenta ajena. Estoy desbordada de tantos inputs referentes a la maternidad, a la calidad de vida, a la felicidad, a lo bueno, a lo malo, a lo que se debe hacer, a lo que no... Soy hija de una madre que me tiró la zapatilla tantas veces como creyó conveniente, que me llenó de amor tantas veces como tuvo oportunidad, que no tuvo ayuda de nadie, su trabajo era la casa, mis hermanos y yo, ella lo hizo perfecto porque lo hizo ella, porque no hay nadie más como ella, ni como nosotros, sus hijos.
Yo lo hago perfecto porque lo hago como me pide mi situación, mi hermano mayor no tendrá hijos –no le gustan los niños–, mi hermano pequeño tampoco... No podemos generalizar, cada uno es un mundo. ¿Qué es calidad de vida? ¿Decidir que vas al teatro libremente, hacer un viaje, dormir hasta las once o alargar una comida tres horas? Sí, puede, pero quien decide no hacer estas cosas, para dedicarse en cuerpo y alma a su hijo, lo decide; nadie prohíbe que sigamos con nuestra vida, una línea que cada uno dibuja, recta, torcida o a puntitos, sólo hay que seguir trazándola y
yo no quiero que nadie me diga cómo. Me gusta hacerla mal para poder rectificarla; al final será un dibujo maravilloso, lleno de color, curvas y borrones.
ERIKA BALDOMÀ
Barcelona