La Vanguardia (1ª edición)

El lugartenie­nte de Cruyff

PIET KEIZER (1943-2017) Futbolista holandés

- PABLO CUBÍ

Hoy los jugadores del Ajax, que se enfrentan al Sparta de Praga, saltarán al campo con un brazalete negro en honor de Piet Keizer, uno de los jugadores más importante­s que ha tenido el club, extremo izquierda único de aquella mítica alineación de principios de los setenta que lo ganó todo, y buen lugartenie­nte de Johan Cruyff.

Keizer murió el pasado viernes, a los 73 años, víctima, igual que Cruyff, de un cáncer de pulmón. En menos de un año, el Ajax ha perdido a dos de sus referentes. Keizer no fue tan carismátic­o, pero sin duda fue vital en el equipo ajacied, al que se mantuvo fiel durante toda su etapa de futbolista desde 1961 hasta 1974.

“Para nosotros conquistó Europa y luego el resto del mundo a principios de la década de los setenta”, recordaba en un sentido comunicado el club. El Ajax de Cruyff, Keizer, Johan Neeskens y Sjaak Swart se llevó tres años consecutiv­os la Copa de Europa, entre 1971 y 1973. También tiene en su haber seis ligas y cinco copas. En aquella mítica temporada 72-73 sólo hubo un equipo, ganó todos los títulos en juego, incluida la Copa interconti­nental ante el Independie­nte argentino.

No podía llegar más lejos. Tenía 30 años y lo había conquistad­o todo. Keizer pensó que sólo quedaba el descenso y se lo ahorró. El octubre del año siguiente colgó las botas para sorpresa de todos. “No era un obseso del dinero –recordaba ayer el comentaris­ta holandés Kees Jansma–. Le daban igual las ofertas y se fue convencido”.

Keizer nació el 14 de junio de 1943 en Amsterdam y empezó su andadura deportiva como amateur en el Amstel. En 1955, un oteador del Ajax se fijó en aquel niño de doce años que empezaba a despuntar. No era excesivame­nte rápido, pero sí muy certero en el pase. Tenía un juego de piernas único, su famosa tijera, que se hizo célebre. Tras su entrada en el primer equipo, en 1961, se entendió bien con Swart, al que apodaban Mr. Ajax.

Tres años más tarde su carrera estuvo a punto de acabar en tragedia. En un partido de copa, quedó inconscien­te tras darse un golpe de cabeza. Sufrió una fractura de cráneo y le quedó un coagulo de sangre que hizo necesaria una complicada cirugía cerebral. Por suerte, salió sin secuelas.

La llegada de un joven Cruyff (tenía cuatro años menos que él) le permitió brillar al máximo. Keizer era un hombre rudo y bastante peculiar. No era de trato fácil. Sin embargo, en Cruyff encontró al compañero ideal. Era con el que mejor podía compenetra­rse. Ambos sabían que la gloria estaba en la colaboraci­ón y lo exprimiero­n al máximo. Keizer Podía pasar la pelota exactament­e donde la quería Cruyff. En sus memorias, éste le incluyó en el once ideal de todos los tiempos.

El carácter de Keizer, sin embargo, le hizo tener no pocos conflictos con los entrenador­es, en especial con el de la selección holandesa Rinus Michels. Keizer odiaba la disciplina férrea y los patrones tácticos de Míster Mármol y no siempre estaba dispuesto a cumplirlas, por eso jugó y brilló menos con la selección. Las cosas fueron peor con su último entrenador en el Ajax, Hans Kraay. Una sonada pelea fue el detonante de su ya meditada salida del club. Y de todo. Para él no había otro equipo. Y el Ajax no lo olvidó. Volvió el 2001 al club como buscador de nuevos talentos y más adelante como asesor técnico adjunto.

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EFE

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