Complacencia regional
Jordi Amat analiza las claves de un discurso reciente de la presidenta de la Junta de Andalucía y candidata oficial a dirigir el PSOE: “La apuesta de La Caixa por Andalucía con el CaixaForum –afirma Susana Díaz– es la constatación de que Andalucía es una tierra de confianza, que merece la pena y que exige el compromiso, la inversión y el respaldo de todas las instituciones”.
Hace menos de un mes se inauguró el CaixaForum de Sevilla. La primera exposición es una antológica de Anglada-Camarasa. Su comisario es Francesc Fontbona y el grueso de la obra proviene del CaixaForum de Palma. En la web de la Junta de Andalucía hay tres imágenes colgadas de la inauguración. En una se ve a Susana Díaz pronunciando su discurso en un atril con el logo de la entidad bancaria. El pie de la fotografía son frases del discurso pronunciado por la candidata oficial a dirigir al PSOE. “La apuesta de La Caixa por Andalucía con el CaixaForum es la constatación de que Andalucía es una tierra de confianza, que merece la pena y que exige el compromiso, la inversión y el respaldo de todas las instituciones”. Regionalismo puro. Con buenas palabras, pero tóxico por banal. No ofrece. No necesita ni pide. Exige. Es regionalismo autosatisfecho en la demanda. Al día siguiente Díaz y Fainé firmaban un acuerdo en virtud del cual este año la Fundación La Caixa destinará 58 millones de euros para colaborar en acción social, educativa y cultural con la Junta.
No he podido evitar conectar estas informaciones con el populismo desatado de Díaz, hace menos de un año, durante un acto de campaña en Mairena de Alfaraje. La polémica del día era la hacienda propia reclamada por el soberanismo catalán. En el mitin la presidenta movía la mano derecha como si pusiera dinero en una hucha. Habló de La Caixa y excitó bajas pasiones regionales. “La principal entidad financiera de Andalucía es La Caixa. Cuando los andaluces paguen sus impuestos, sus préstamos, sus hipotecas, ese dinero vaya a Catalunya y tribute en Catalunya y además dicen que es de los catalanes… ¿Con nuestro dinero, con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo, con nuestro salario? ¡Ya está bien, que digan la verdad, que digan qué España quieren!”. La gente aplaudía. ¿Aplaude su discurso –la idea del país implícita en él– la vieja guardia socialista que la quiere a ella dirigiendo el socialismo español? Les puede permitir mantener cuotas de poder regional, es cierto, pero es una manera de hacer y de pensar que acelera el papel secundario del partido en la política española del futuro.