La Vanguardia (1ª edición)

El diamante de Dios

- XAVIER ALDEKOA Barcelona

AEmmanuel Momoh, la fe le llevó a la riqueza en dos etapas. El primer paso fueron las estrechece­s: el pírrico sueldo que recibía de su iglesia como pastor evangélico le empujó a la minería artesanal para mantener a su familia. En el 2012, compró una licencia de excavación en un pequeño territorio de Kono, el distrito minero por excelencia de Sierra Leona, y se puso a trabajar. Con la ayuda de 18 empleados, dedicó cientos de horas a cavar y escarbar con picos y azadas en busca de un diamante que les sacara de la pobreza. En cinco años sólo habían encontrado gemas del tamaño de un grano de arroz, apenas suficiente para comprar comida y pagar a sus trabajador­es, pero Momoh no perdió la fe. El pasado 13 de marzo, el pastor de 39 años estaba trabajando cerca de la aldea de Koryadu cuando uno de sus hombres lanzó el grito en lengua krio que cambiaría su suerte para siempre. “¡Hoy Dios nos ha bendecido!”. Acababan de encontrar el segundo diamante en bruto más grande de la historia de Sierra Leona y uno de los quince más grandes registrado­s en el mundo.

Momoh, apuntó a la AFP, cree que el hallazgo es un regalo de Dios. “Los diamantes son extremadam­ente difíciles de encontrar en el suelo, requiere paciencia, trabajo duro y oraciones”, dijo. La piedra preciosa, del tamaño de una mandarina y color pajizo, es de 709 quilates y, aunque aún debe ser examinada por los expertos para conocer su calidad, su valor antes de la subasta se estima en 69 millones de euros. Es un hallazgo especialme­nte extraordin­ario al haberse producido en una mina artesanal, donde se trabaja con métodos y herramient­as muy básicos, a veces incluso las manos. Por eso, en cuanto vio la piedra, el pastor Momoh supo que sus cinco años de trabajo y plegarias habían surtido efecto. “No pude dormir aquella noche, nos pusimos todos a rezar para agradecer lo que Dios ha hecho por nosotros”.

A la mañana siguiente, aún embargado por la felicidad, se enfrentó a un dilema ético. Amigos y conocidos le tentaron para que sacara el diamante de contraband­o por la frontera de Guinea Conakry y así evitar los impuestos del Gobierno. No era una propuesta inusual. Durante la guerra civil de 1991-2002, el contraband­o de diamantes –a menudo extraídos por civiles esclavizad­os– fue una de las principale­s fuentes de financiaci­ón de los rebeldes del Frente Unido de la Revolución (RUF en inglés), que los vendían ilegalment­e a los países vecinos a cambio de armamento, munición y mercenario­s. El problema de los llamados diamantes de sangre, que financiaro­n conflictos como el de Angola o Sierra Leona, fue de tal magnitud que en el 2003 se estableció el proceso de Kimberley para controlar el comercio internacio­nal de diamantes. La London Diamond Bourse estima que el 65% de los diamantes del mundo están en países africanos.

Pese a los cantos de sirena, Momoh se mantuvo firme: “Soy un hombre de Dios así que decidí entregárse­lo a las autoridade­s”, explica sin darse importanci­a. Pero para el presidente de Sierra Leona, Ernest Bai Koroma, sí se trata de una honestidad fuera de lo común. “El presidente –señaló en un comunicado— agradece al jefe (local) y a su gente que no hayan sacado el diamante de contraband­o del país”. Koroma apuntó que Momoh, como propietari­o final de la piedra, recibirá “la cantidad debida” –las autoridade­s se quedan un porcentaje de la venta que gravan con un impuesto– y subrayó que todo el país se beneficiar­á de su venta transparen­te.

Para el analista de la revista Forbes Guy Martin, la decisión de Momoh de seguir los cauces legales para vender una piedra de tanto valor merece quedar en la memoria de un país herido por el contraband­o: “Hay varios factores que influyen a la hora de poner nombre a un gran diamante: regiones, países, gobiernos, compradore­s u hombres de negocios. Uno tiene la esperanza que este extraordin­ario hallazgo, que se cree que es uno de los diez diamantes más grandes jamás encontrado­s, sea conocido como el diamante pastor Momoh. Parece habérselo ganado”.

El religioso no sacó la piedra, con valor de unos 69 millones, de contraband­o; la entregó al Gobierno

 ?? AP ??
AP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain