De los mendigos a las despedidas de soltero
Una atenta lectura de la ordenanza de civismo muestra cómo una de sus principales motivaciones fue garantizar el derecho del ciudadano a no ser molestado en el espacio público, a que nadie interrumpiera su tránsito cotidiano para pedirle limosna, para limpiarle la luna del coche por la voluntad, para ofrecerle favores sexuales a cambio de una determinada cantidad de dinero... Una década atrás el derecho a pasear tranquilamente por la Rambla fue objeto de un amplio debate ciudadano. Y la respuesta de la ordenanza se convirtió también en el principal argumento de sus detractores.
A pesar de que esta norma insiste en que el Ayuntamiento ha de plantear ayudas a todos aquellos que contravengan la ordenanza debido a su vulnerabilidad social, sus críticos sostienen en que la ordenanza castiga a los más necesitados precisamente por el hecho de ser necesitados. Además, la ordenanza trata de proteger un bien jurídico muy difuso: el civismo, el derecho a no ser molestado en el espacio público... Se trata de una cuestión muy subjetiva que en muchos aspectos el texto deja a la interpretación del agente de la Guardia Urbana. ¿Qué molesta más al ciudadano en el espacio público hoy día, los mendigos o las despedidas de soltero?, ¿los limpiacristales o las columnas de 50 jóvenes bebidos que cruzan la ciudad en una juerga organizada?