La tormenta imperfecta
Viñales disfruta del liderato, pero ‘añora’ la batalla con Márquez, efímera en Qatar
Pasada la medianoche en Losail, la lluvia insistía una vez más, mientras Maverick Viñales se descomprimía, con los micros ya cerrados. Desprendía olor de satisfacción por la victoria y por el liderato recién estrenado, mezclada con los efluvios de ese cava sin alcohol que descorchan en el podio de Qatar. Pero sobre todo emanaba el aroma del alivio: “Me he quitado un peso de encima”. La amenaza del agua, la pista resbaladiza, el riesgo de una caída, el nerviosismo acumulado… lo atenazaron. Las imágenes y las sensaciones se le agolpaban. Preguntaba qué gomas habían usado sus rivales, aplaudía el 6.º puesto de Aleix Espargaró, admitía que estaba realmente preocupado por el agua, que no era él pilotando… y se acordaba de Marc Márquez. De su ausencia en la batalla del desierto.
“Volverá, seguro”. Le espera Viñales.
Mack-Marc, es el duelo prometido, la batalla de la década, que no apareció en Qatar. Bueno, sólo unos instantes, en la vuelta 11, cuando Iannone se cayó en la curva 5 y se encontraron pegados el 93 y el 25, segundo y tercero, separados por una décima. En los 11 ángulos que faltaban para completar el giro, Maverick, como un depredador, observó a su presa desde atrás, apreció que “no se le veía nada cómodo, iba cayéndose, así que algún problema tendría”. Sin forzar, le dio la dentellada al final de recta. Primer cuerpo a cuerpo, efímero, pero que se apuntó Viñales: 1-0. Habrá más.
“Sinceramente, esperaba que Marc estaría más cerca. ¿Qué goma llevaba?”, preguntaba a los periodistas. Daba en el clavo. Momentos antes de la salida, en la parrilla, un mecánico le cambiaba a toda prisa el neumático delantero a Márquez. “Michelin me ha dicho que era el único piloto que había elegido el duro delante, que fuera con cuidado... Entonces me entró el miedo y he fallado al cambiar al neumático medio. Después de cinco vueltas estaba destrozado. Me he dicho: ‘Acaba donde puedas’. Y el cuarto puesto, después de todo, es un buen resultado”, resumía el de Cervera, que vuelve a lamentar la falta de aceleración de su máquina.
“Pero seguramente que estará en todas las otras carreras, así que habrá que batallar”, se decía para sí mismo Viñales. “Estará en Argentina, seguro”, se repetía.
En Termas de Río Hondo, el 9 de abril, el segundo asalto está servido. La pista argentina es uno de los feudos que se les da bien a Márquez y la Honda. En tres ediciones del GP, dos triunfos del de Cervera (2016, 2014) y dos podios de Pedrosa (3.º y 2.º), con una victoria (Rossi 2015) y dos podios para la Yamaha.
Aparece otro ingrediente que Viñales tiene muy en cuenta: su vecino de garaje e ídolo de infancia, su admirado Valentino Rossi. “No sé qué pensar. Yo no lo dejaba fuera de la carrera para nada. Sé que da siempre un plus los domingos. Cuando he visto en el muro “+0 Rossi” he pensado: ‘No puede ser’. Temía que me echara la moto encima y que ya no pudiera hacer mi carrera. Le felicito”.
Superados Dovizioso y la Ducati en Qatar, seguro que ya está dándole vueltas a cómo afrontar el baile con Márquez y Rossi en Argentina. En el vuelo de vuelta a casa, el QR 0145 de Qatar Airways, conversaba con Ramon Forcada, su jefe de mecánicos. El ingeniero de Moià, más de dos décadas de mili, tiene los secretos para derrotarlos.
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EXTRAÑADO POR EL 93 Esperaba que Marc estaría más cerca. Pero seguro que estará en todas las otras carreras” “
SU ADMIRADO ROSSI No sé qué pensar de ‘Vale’. Yo no lo dejaba fuera de la carrera. Sé que da siempre un plus los domingos”