La reforma sanitaria de Trump provoca un nuevo cisma republicano
El Senado aplaza la votación, los disidentes son asediados y arrecian las protestas
Un comité de acción política que apoya a Donald Trump invirtió el martes un millón de dólares en anuncios televisivos para que los electores republicanos asediaran con llamadas y correos electrónicos al senador Dean Heller de Nevada para conminarle a apoyar la reforma sanitaria con la que el presidente pretende derogar y reemplazar el
Obamacare, la ley promulgada por la administración anterior que consiguió proveer de seguro médico a más de veinte millones de estadounidenses. Esta iniciativa ilustra cómo la cruzada de Trump contra el
Obamacare ha reabierto el cisma republicano que ya se vivió durante el debate de la iniciativa estelar de la nueva administración en la Cámara de Representantes.
Ahora la batalla en el Senado se presenta aún más difícil. Trump necesita 50 votos y los republicanos ocupan 52 escaños, pero hasta nueve senadores de la mayoría conservadora se niegan a votar el proyecto tal como se ha presentado, unos por demasiado conservador y otros por todo lo contrario. Así que el líder de la mayoría, Mitch McConnell no tuvo más remedio el martes que aplazar la votación, lo que les va a impedir celebrar en la semana del 4 de Julio lo que había de ser la principal victoria política de la Administración Trump. De nada sirvieron las arengas del presidente a los senadores en la Casa Blanca. “Será genial si lo conseguimos, pero si no vamos a quedar muy mal”, dijo. McConnell amenazó ayer a los disidentes más conservadores con negociar la reforma con los demócratas si no deponen su actitud.
Los republicanos llevan más de siete años prometiendo que acabarían con el Obamacare en cuanto su candidato pisara la Casa Blanca, pero han quedado en evidencia al no tener preparada ninguna alternativa. Que en un asunto que, a priori, generaba tanto consenso, les cueste tanto a los republicanos llegar a un acuerdo de síntesis no hace prever un camino de rosas para el resto de la agenda política del presidente, que pese a todas sus proclamas todavía permanece inédita.
Los senadores disidentes más conservadores, Rand Paul y Ted Cruz entre ellos, exigen mayor reducción de impuestos y más desregulaciones, mientras que los centristas Susan Collins o el propio Heller plantean mayores garantías en la cobertura sanitaria básica. Según la Oficina presupuestaria del Congreso, con el proyecto republicano 22 millones de estadounidenses se quedarán sin seguro médico en los próximos ocho años, pero 15 millones lo perderán ya el primer año. Y ello se debe a que la iniciativa conservadora plantea recortes por valor de 772.000 millones de dólares durante la próxima década. Los senadores disidentes más moderados temen pagar las consecuencias en las elecciones legislativas del 2018, si como prevé la reforma millones de ciudadanos se verían apeados de la asistencia sanitaria básica.
Estos datos han llevado a movilizarse a todas las asociaciones de médicos, de enfermeras y de hospitales y las protestas se han extendido por todo el país. Ayer, los demócratas lideraron una cadena humana que rodeó el edificio del Capitolio y por la noche hubo otra manifestación ante el hotel Trump donde el presidente protagonizaba un acto de recaudación de fondos.
Con todo, los demócratas no las tienen todas consigo. Llaman a contrarrestar el asedio a los republicanos disidentes, que van a ser sometidos a presión de sus correligionarios cuando la semana que viene vuelvan a sus estados de origen para celebrar el día de la Independencia.
Nueve senadores impiden celebrar el 4 de Julio con la primera victoria política de la nueva Administración