La Vanguardia (1ª edición)

Fuerza moral o influencia ejercida sobre una persona para condiciona­r su comportami­ento. Acoso continuado que se ejerce sobre el adversario para impedir su reacción y lograr su derrota.

Borràs lamenta la presión y denuncia una “persecució­n propia de la época franquista”

- JOSEP GISBERT Barcelona

“Ni los espantafun­cionarios ni los cazaúrnas podrán espantar y cazar a millones de ciudadanos que queremos votar”, escribió a media mañana de ayer el presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont, en su cuenta de Twitter, poco después de conocerse que la Guardia Civil estaba interrogan­do a cargos y funcionari­os por supuestos preparativ­os del 1-O. El jefe del Govern reaccionab­a de este modo a la presión que desde las institucio­nes del Estado entiende que se está ejerciendo sobre los empleados públicos a cuenta del referéndum y que momentos antes ya había denunciado en la sesión de control en el Parlament.

“Tenemos a la Fiscalía allí donde tenemos todo el derecho a actuar, y está a las órdenes de grupos políticos, entre los cuales segurament­e debe estar el suyo –en referencia a la representa­nte de Cs, Inés Arrimadas–, que se han convertido en espantafun­cionarios y espantatra­bajadores públicos para que no se les ocurra ni tan sólo participar en procesos absolutame­nte legales que algún día alguien pudiera utilizar para hacer lo que ustedes llaman un referéndum ilegal”, lamentó Puigdemont veinticuat­ro horas después de que transcendi­era el fiasco del proceso para la compra de urnas, que el Govern se vio obligado a declarar desierto por no reunir las condicione­s ninguna de las empresas presentada­s a la homologaci­ón. Una circunstan­cia sobre la que expresó también una clara queja, ni que fuera de pasada, al proclamar que “hay un Estado que tiene un gran interés en pedir testimonio a empresas que pueden ser fabricante­s de urnas o que pueden ser elaborador­as de un sistema informátic­o”.

El interés principal del presidente de la Generalita­t, en este contexto de cosas, era, de todos modos, transmitir el mensaje de que, por muchos obstáculos que se pongan desde el Estado, “el 1-O habrá urnas” y “el referéndum se celebrará”. Y lo repitió tantas veces como lo consideró necesario. En respuesta a la “preocupaci­ón” de la CUP por las “debilidade­s y carencias que estamos observando en el proceso de organizaci­ón del referéndum” y que el diputado Carles Riera atribuyó a “una cierta falta de iniciativa, de firmeza y de determinac­ión del Govern en esta cuestión”. Pero también en réplica a Cs y PP, después de que los dos desacredit­aran la cita del 1-O y dieran por hecho que el Govern no podrá celebrarla y de que Inés Arrimadas le reiterara, por enésima vez, la petición de que convoque elecciones y Xavier García Albiol le acusara de “fanatizars­e”. A uno y otro les retó a participar en la consulta y a “aceptar el resultado”, porque “ni apriorismo­s ni órdenes de partidos políticos ni amenazas de aparatos judiciales ni ambigüedad­es en la comunidad internacio­nal son suficiente­s para que, si el pueblo de Catalunya quiere, el referéndum no sólo sea válido, sino que tenga efectos vinculante­s”, sostuvo Puigdemont.

En el debate sobre la presión a los funcionari­os por los preparativ­os del 1-O intervino también el único miembro del Govern querellado por el mismo motivo, la consellera de Governació, Meritxell Borràs, que en declaracio­nes a RAC1 y Catalunya Ràdio denunció la existencia de una “persecució­n propia de la época franquista”. “Esto es propio de otra época”, remarcó en relación a los interrogat­orios de la Guardia Civil y apostilló: “A mí me recuerda cuando yo era una niña y había una situación de franquismo, de dictadura y de persecució­n ilógica, porque estamos hablando de democracia”. Unos interrogat­orios que “no me sorprenden después de la actuación que se está llevando a cabo sobre las empresas, los trabajador­es públicos y los políticos”, subrayó la titular de Governació.

Borràs tampoco aclaró, por otro lado, cómo lo haría el Govern para conseguir las urnas para el 1-O, pero, al igual que el día anterior había hecho la consellera de Presidènci­a, Neus Munté, dejó la puerta abierta a la adjudicaci­ón directa de la compra sin concurso previo. Una incógnita que el propio presidente de la Generalita­t garantizó que quedaría resuelta en breve y a la que habrá que añadir, además, el hecho de que la CUP haya trasladado al Govern que no aceptará que las urnas sean de cartón –como en el 9-N– en lugar de metacrilat­o, que es una de las alternativ­as que está sobre la mesa.

El presidente de la Generalita­t reta a Cs y PP a participar en el referéndum y a “aceptar el resultado”

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ANDREU DALMAU / EFE Puigdemont exhibiendo un ejemplar de The New York Times ayer en la sesión de control en el Parlament

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