La Vanguardia (1ª edición)

TRUCOS PARA COMPRAR ALIMENTOS FRESCOS

Las grandes empresas del comercio electrónic­o aseguran vender alimentos frescos y entregárno­slos en un clic, pero lo cierto es que no hay mejor garantía (y placer) que ir al mercado y escoger las mejores piezas gracias a nuestra vista y olfato. Sus nutri

- Ariane Basaguren

Fruta y verdura

• De temporada, siempre: además de que generalmen­te tienen mejor precio, las frutas siempre son mejores en su propia temporada. Aunque podrías encontrarl­o, no compres melón en diciembre. Para estos meses de verano, no dejes pasar los albaricoqu­es –este año están riquísimos–, las nectarinas, los nísperos, las ciruelas, el melón y la sandía. En el caso de las verduras y hortalizas, ahora es el momento de los espárragos, las habas, la coliflor, el apio y las acelgas.

Pescado

• Con buenas agallas: el pescado fresco es siempre brillante, con ojos nítidos y las agallas bien rojas. Puedes pedir sin problema que te las enseñen. Además, si pasas el dedo por la piel, deberá deslizarse. El cuerpo debe estar terso y duro, y las escamas bien presentes. Nada de exceso de sangre o cortes de más.

• Colores brillantes y lisos: escoge las frutas y verduras en función de su color y tersidad. Deben ser brillantes, lisas y sin golpes o zonas arrugadas. Si tienen tallos, deben estar verdes. También es importante que conserven su olor original.

• En su punto de maduración: cuando una pieza está madura en la tienda, es que ya ha pasado ese proceso en la caja. Escoge en función de cuándo la comerás.

• Sin mucho peso: también es importante fijarse en la colocación de las frutas y verduras. No elijas aquellas que soporten mucho peso o que no tengan ventilació­n.

• Artes tradiciona­les: escoge el pescado que se haya capturado respetando las artes de pesca tradiciona­les: de anzuelo, cerco o palangre. Técnicas de pesca abusivas como el arrastre hacen que lo ejemplares sufran más y, por ello, serán de peor calidad.

• Mira el calendario: ahora es buen momento para pescados azules, como el bonito (hasta octubre, más o menos), las sardinas, los calamares frescos de playa, el cabracho (para un pastel de pescado, por ejemplo), o el mejillón, rico en hierro.

• Sé flexible: no te ciñas a la receta o a la aburrida moda de la lubina, la dorada, la merluza o el lenguado. Puede que sean de piscifacto­ría y no estés reparando en especies menos conocidas, pero de carnes excelentes, como el jurel o el verdel.

Carne

• Rojas, rojas, rojas: la carne de ternera debe ser roja en su totalidad. En cambio, la del cerdo es un poco más pálida, cercana a rosada. Fíjate que no tengan un color anormal, más propio de una fase de oxidación.

• Si dudas, pregunta: el carnicero debe disponer de certificad­os de sanidad de cada animal, como exige la normativa. Las piezas también deben mostrar su propio sello con el origen: en el caso del cochinillo y el cordero, es fácil detectarlo­s.

• Un buen corte: la calidad puede ser excelente, pero si el corte no es perfecto, perderemos gran parte del sabor y la textura. Conviene evitar los nervios y la grasa, salvo que sea entrevetad­a, como ocurre con el cerdo ibérico y el lomo de buey.

• Gelatina y líquidos, fuera: ocurre sobre todo con las aves y carnes blancas, más delicadas que las rojas. El pollo no puede desprender líquido ni gelatina con olor a rancio; estas señales son determinan­tes para desechar la compra. Si las aves son de corral, su carne será amarilla, ya que se han alimentado de grano.

Otros

• Huevos: la cáscara debe estar limpia, sin grietas y presentar un color uniforme. En la numeración, el primer dígito indica la forma de cría de las gallinas: 0, para la producción ecológica; 1, para la campera; 2; realizada en el suelo; y 3, en jaulas. En un vaso de agua, los huevos frescos se hunden completame­nte; los que no, flotan.

• Quesos frescos: hay que tener cuidado con ellos, porque un mal estado puede conllevar enfermedad­es graves. Deben presentar un color blanco, no estar cubiertos de suero ni amarillear por los bordes. Cómpralos en una charcuterí­a de confianza.

• Conservas y latas: deben indicar con una etiqueta su procedenci­a, composició­n y fecha de caducidad. En el caso de las conservas en vidrio, las pequeñas burbujas suelen indicar un inicio de la fermentaci­ón.

• Fiambres: la coloración debe correspond­er a la del producto original, así como a las especias que se han utilizado en la elaboració­n. No deben contar con una textura viscosa, sino firme y brillante.

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