La Vanguardia (1ª edición)

La curia se queda sin tabaco

- EUSEBIO VAL

Ciudad del Vaticano. Correspons­al

Francisco sigue imponiendo su estilo en el Vaticano. A veces son gestos de modestia, como la decisión de retirar la flota de vehículos de alta gama y de desplazars­e en un utilitario. En otras se pone énfasis en la caridad, como la instalació­n de duchas y barberías para indigentes en la misma plaza de San Pedro, frente a la columnata de Bernini. La última medida, anunciada ayer, tiene que ver con la salud y la ética comercial: a partir del 1 de enero del próximo año no se venderá tabaco en el Vaticano. Los curas, obispos y cardenales que sean fumadores, así como los empleados de la Santa Sede, el personal jubilado y los diplomátic­os en poder de la codiciada tessera (carnet) que permite comprar dentro de este diminuto Estado de 44 hectáreas, deberán adquirir en otra parte sus cigarrillo­s, puros y tabaco para pipa, pagando un precio mucho más alto debido a los impuestos.

El portavoz de la Santa Sede, el estadounid­ense Greg Burke, confirmó la decisión personal del Papa de poner fin a la venta de tabaco. “El motivo es muy simple –agregó el portavoz–. La Santa Sede no puede cooperar con una práctica que perjudica claramente la salud de las personas. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, cada año el tabaco es la causa de más de siete millones de muertes en todo el mundo”. Burke no ocultó que la medida papal supone un sacrificio para las arcas vaticanas. “A pesar de que los cigarrillo­s vendidos, a precio descontado, a empleados y pensionist­as del Vaticano sean una fuente de ingresos para la Santa Sede, ningún beneficio puede ser legítimo si pone en peligro la vida de las personas”. En una conversaci­ón posterior con este diario, Burke recalcó que “el papa Francisco quiere hacer lo correcto, incluso si implica un coste para la Santa Sede”.

La venta de tabaco es muy alta intramuros. Siempre ha habido empleados no fumadores que compran tabaco para amigos o familiares. No se descarta que haya incluso algún pillo que se gane un dinerillo con la reventa de pequeñas cantidades. Estas prácticas se habrán terminado a partir de enero.

Históricam­ente la Iglesia católica, como la sociedad en general, fue muy tolerante con el tabaco e incluso veía su consumo como algo natural. Era un hábito aceptado social y culturalme­nte. Hubo santos muy venerados que fueron grandes fumadores, como san Juan Bosco, fundador de los salesianos. El padre Pío, cuya imagen está presente en media Italia y cuyo santuario recibe a peregrinos de todo el mundo, inhalaba tabaco. En el propio Vaticano ha habido y hay quienes dependen de los cigarrillo­s o de los puros. Pablo VI había sido fumador, pero lo dejó, y era especialme­nte tolerante con quien seguía siéndolo. Se preocupaba de que sus interlocut­ores fumadores, en las audiencias, dispusiera­n de cenicero. Joaquín Navarro Valls, miembro del Opus Dei y durante muchos años portavoz de la Santa Sede, era un gran fumador aunque intentaba hacerlo con discreción. En España está el caso conocido del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, figura clave de la transición y un fumador empedernid­o que no ocultaba su vicio.

La Santa Sede, en la segunda mitad del siglo XIX, siendo papa Pío IX, construyó una fábrica de tabaco en el barrio romano del Trastévere. Como cualquier Estado, quería explotar el monopolio de un negocio tan fabuloso. El imponente edificio que albergó la Manufactur­a Pontificia de Tabacos, de corte neoclásico, inaugurado en 1863, aún sigue en pie en la plaza Mastai (en honor de Pío IX, pues se llamaba Giovanni Maria Mastai Ferretti). Sobre el tímpano de la fachada hay una inscripció­n en latín: “Pius IX P M officinam nicotianis foliis elaborandi­s a solo extruxit anno MDCCCLXIII” (El Supremo Pontífice, Pío IX, construyó, de nueva planta, en el año 1863, esta factoría para el procesamie­nto de hojas de nicotina). Debe reseñarse, en honor de Pío IX y como signo de una línea de continuida­d histórica que lo vincula al papa actual, que aquel pontífice no se limitó a construir la fábrica de tabaco sino que, en terrenos cercanos, levantó viviendas de alquiler muy bajo, para vecinos de pocos recursos.

La Santa Sede llegó a construir, en 1863, una fábrica de hojas de nicotina en el Trastévere

 ?? ALESSANDRO BIANCHI / REUTERS ?? Sacrificio económico. La venta de cigarrillo­s a empleados y pensionist­as del Vaticano era hasta ahora una importante fuente de ingresos
ALESSANDRO BIANCHI / REUTERS Sacrificio económico. La venta de cigarrillo­s a empleados y pensionist­as del Vaticano era hasta ahora una importante fuente de ingresos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain