Haciendo el mono
Dirección: Ruben Östlund Intérpretes: Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West, Terry Notary, Christopher Laessø Producción: Suecia. 2017. 142 m. Drama satírico. Un tipo se transforma en mono para hacer el idem. Si han visto el tráiler de The square –que explota a fondo la escena en cuestión–, saben de qué hablamos. El número es una performance de un artista –impresionante Terry Notary– que hace arte con y de su cuerpo. Y tanto hace el primate, y tan bien, que la cosa llega a conmocionar el alma de los muy civilizados asistentes a la cena donde transcurre el asunto: gente bien, gente culta, gente que apuesta por las formas y las buenas maneras y que, sin embargo, no anda muy lejos, como no andamos nadie, del Pitecantropus que sobrevive bajo el brochazo de la civilización que nos hemos dado...
El filme de Östlund, reconocido con la Palma de Oro en el pasado festival de Cannes, afronta, entrelazados, como la citada escena, dos asuntos en principio muy diferentes, esenciales en el filme. Por un lado la aproximación crítica al mundo del arte, lo menos interesante. Y por otro eso que hemos dado en llamar lo políticamente correcto, y ahí si que toca nervio el filme. Cuando remarca la distancia –por momentos trágica, en otros irónica, siempre interesante– entre lo que sentimos y lo que deberíamos sentir; entre lo que pensamos y lo que sabemos que deberíamos pensar, entre lo que somos, en fin, y lo que deberíamos ser. O eso quisiéramos. Lo correcto, o sea. El lado preceptivo de la existencia, ese que a veces es el lado bobo, según este filme que avanza, en buena medida, sin que sepamos hacia dónde va. Melodioso e imprevisible. Como una continua improvisación.
Arranca con el robo de la cartera de Christian (Claes Bang), director de un museo a punto de abrir una exposición llamada El cuadrado (The square): el lugar donde colocarse para ser mejores. Y continúa con una delirante entrevista sobre el sentido del arte por parte de Anne, periodista en manos de la siempre efectiva Elisabeth Moss. Donde el dubitativo pero encantador Christian sucumbe a los tópicos del arte de ideas, arte conceptual, para muchos pura ocurrencia. Hemos hablado de dos o tres momentos de The square: quedan todavía casi 142 minutos por explorar, y vale la pena arriesgarse.