Vida privada, ¿cuestión pública?

Contemplamos a menudo como personajes populares y profesionales de renombre traspasan líneas infranqueables que delimitan lo privado de lo público. Dicho de otro modo, provocan la divulgación de capítulos de su vida privada y la convierten en pública. Craso error esa mezcolanza, que les impele a banalizar su prestigio, poniendo en tela de juicio el rigor y los éxitos cosechados y transformándolo en un berenjenal, por la codicia.

Una se cuestiona infinidad de puntos. Porque esa índole de personas quieren rizar el rizo, cuando todo es tan sencillo. Por qué en lugar de saborear los lauros, sorbo a sorbo, cual caldo añejo, se dedican a hacer piruetas sin red y a hacer el ridículo.

¿Están en su derecho de exigir mesura y respeto? Opino que no. A tenor de que de su vida privada han hecho un circo. Me vienen a la memoria, un montón de ejemplos. Actrices, cantantes... E incluso, intelectuales, o al menos se jactan de ello, que montan auténticos escándalos al atisbo de paparazzi y reporteros a pie de calle, pisándoles los talones. O se muestran extremadamente ofendidos, del trato peyorativo, dispensado en las redes.

Sin embargo, han cometido errores irreversibles. Al vender episodios de su vida privada obteniendo por ello cifras astronómicas por sus exclusivas. O lucrarse a escala profesional alcanzando favores que coadyuvaría a dar una mayor difusión de su nombre y a una más que boyante economía.

Vamos a ser coherentes. ¿Con qué autoridad moral, los personajes de marras, pueden reclamar respeto y mesura? ¿Si mercantilizando con su vida privada ya la han perdido?

CARMEN VILLAR PEREARNAU

Barcelona