No hay fórmulas magistrales
En el mundo financiero prevalecía una norma no escrita que decía que la renta fija generaba una rentabilidad de entre el 4% y el 5% y la renta variable un retorno de ntre el 8 y el 10%. Pero no hace muchos años el mundo financiero cambió. Llegó a nuestra vida el concepto del new normal debido a la intervención masiva y sin precedentes de los bancos centrales, una nueva normalidad con los tipos de interés cerca del 0% y todo lo que ello conlleva.
Tras un 2017 de grandes resultados en los mercados, la pregunta ahora es: ¿Cómo afrontar 2018?
Nuestra recomendación, en este sentido, es clara y pasa por “seguir invertidos, pero evitando caer en la complacencia”, según apunta Christian Nolting, director Global de Inversiones de Deutsche Bank Wealth Management. Para ello, analizamos las dos grandes opciones de activos que hemos comentado antes.
RENTA VARIABLE
Somos optimistas con la renta variable debido al crecimiento de los beneficios empresariales, que debería permanecer positivo. Creemos que 2018 será muy distinto a 2017, en el que las subidas han sido direccionales y constantes. Este año será un ejercicio de idas y venidas en las rentabilidades, con subidas para el conjunto del año, pero con una mayor volatilidad y con un aumento de la dispersión. En este escenario, vemos un contexto perfecto para los gestores activos. Los mejores sabrán seleccionar los valores ganadores y lograrán con ello una rentabilidad extra sobre la que muestran los índices.
Nos decantamos por este tipo de gestión, es decir, por la no ligada a los índices de referencia que sea capaz de discriminar y llevar a cabo una selección óptima de los valores, dentro de un universo de inversión en el que valoramos de manera positiva los mercados en Asia, Europa, Japón y Estados Unidos, por ese orden de preferencia, y especialmente en sectores globales, de tecnología, financiero y salud.
Nos parece de especial relevancia una idea específica de inversión: la apuesta por las pequeñas compañías. Su coyuntura específica nos gusta, especialmente en Europa. Además, se acentúa por su menor cobertura en relación a las compañías de mayor tamaño, ofreciendo a los gestores activos un nicho de clara diferenciación, Es necesario analizar en detalle a cada cliente, cada cartera y cada circunstancia donde el acceso a la información más amplia y cercana de esas empresas será sin duda clave en su correcta selección y, por tanto, en la rentabilidad de la inversión realizada.
RENTA FIJA
En cuanto a la renta fija, observamos con cautela los bonos de Gobierno y su duración (cuanto más elevada, más riesgo). Este concepto de riesgo en la renta fija nos lleva a revisar en profundidad las carteras que ocupa para así evitar posibles riesgos desapercibidos.
En este contexto, apostamos por fondos de inversión con una gestión muy flexible y sin las limitaciones impuestas por un índice de referencia, que permitan una inversión activa desde las distintas fuentes de rentabilidad, principalmente crédito, duración y divisas.
Nos inclinamos también por incluir en nuestras carteras soluciones que den cobertura a un amplio rango de rentabilidad. Entre ellas destacamos los fondos
En renta variable, 2018 será un ejercicio de idas y venidas en las rentabilidades, con subidas, pero con una mayor volatilidad y con un aumento de la dispersión
multi-activo de perfil flexible, que permitan modular el nivel de inversión entre los distintos tipos de activo; las inversiones alternativas, que aporten una rentabilidad concreta con independencia de la evolución de los mercados; y los productos estructurados, que ofrecen una rentabilidad ligada a los distintos tipos de activo y permiten seleccionar los riesgos y protección acorde a nuestras necesidades.
La principal conclusión a la que llegamos en este nuevo mundo financiero es que no hay cabida para fórmulas magistrales. Es necesario analizar en detalle a cada cliente, cada cartera y cada circunstancia, sirviéndonos de la mejor sofisticación financiera posible y determinando, en cada momento, las mejores oportunidades de inversión.